El Gran Viaje de Suma y Kere



En una aldea Kogui, rodeada por las majestuosas montañas de la Sierra Nevada, vivían dos grandes amigos: Suma, un pequeño niño curioso, y Kere, un valiente jaguar que siempre estaba listo para ayudar. Un día, mientras exploraban el bosque, Suma encontró un misterioso objeto brillante. "Mirá, Kere, ¿qué será esto?" - dijo Suma, mientras levantaba el objeto hacia la luz del sol.

Kere se acercó y observó detenidamente. "No estoy seguro, Suma, pero parece un antiguo amuleto de nuestros ancestros. ¿Quizás sea un mensaje de ellos?" - respondió el jaguar.

Entusiasmados por la posibilidad, decidieron emprender un viaje hacia la montaña sagrada, donde los ancianos Kogui solían contar historias sobre sus ancestros y el conocimiento que habían dejado atrás.

A medida que avanzaban, encontraron un camino lleno de desafíos. "Este sendero se ve peligroso, Suma. ¿Estás seguro de que queremos continuar?" - preguntó Kere con un tono de preocupación.

"¡Claro que sí! Si este amuleto es importante, debemos averiguarlo!" - contestó Suma con determinación.

En su camino, se encontraron con un río caudaloso. "No podemos cruzar así, es demasiado peligroso!" - exclamó Kere, mirando las aguas turbulentas. Pero Suma tuvo una idea. "Podemos construir una balsa con los troncos que encontramos aquí mismo. ¡Vamos, Kere!" - así juntos, unieron fuerzas y crearon una balsa.

Una vez cruzado el río, llegaron a un bosque lleno de plantas exóticas que nunca habían visto. La belleza del lugar los dejó maravillados. "¡Mirá esas flores, Suma! Nunca había visto colores tan vivos. ¡Esto es asombroso!" - dijo Kere, explorando el lugar mientras Suma documentaba cada planta, soñando con contarle todo a su familia.

Pero de repente, un viento fuerte sopló y el amuleto le cayó de las manos a Suma. "¡Oh no!" - gritó Suma, tratando de alcanzarlo, pero el amuleto rodó hacia un acantilado. Kere se lanzó tras él. "¡Espera, Suma! Te ayudaré, pero tenemos que ser cuidadosos!" - dijo Kere, saltando al acantilado.

Lograron atrapar el objeto, pero quedaron atrapados en la ladera de la montaña. "¡Ahora estamos en un lío!" - exclamó Suma, mirando hacia abajo. Kere pensó por un momento y dijo: "Suma, tenemos que utilizar nuestra sabiduría. Recuerda lo que nos enseñaron los ancianos, ¿cómo podemos salir de aquí?" -

"¡Con la ayuda de los animales!" - propuso Suma con entusiasmo.

Llamaron a los pájaros, que volaron a su alrededor. "¡Ayúdennos a volver a la cima, amigos!" - gritaron. Los pájaros comenzaron a juntar ramas y hojas, formando una especie de escalera. Con mucho cuidado, subieron por el camino improvisado que les habían creado.

Finalmente, lograron volver a la cima. "¡Lo logramos!" - gritaron al unísono, llenos de alegría. Finalmente, llegaron a la montaña sagrada, donde los ancianos los recibieron con sonrisas.

"Vimos el esfuerzo que hicieron y los desafíos que enfrentaron. Este amuleto representa la unidad y el aprendizaje. Cada paso que dieron les dejó una lección valiosa" - dijo el anciano mayor.

Suma compartió sus aventuras y su deseo de seguir aprendiendo con los hombres y mujeres sabias de su comunidad. Y así, el pequeño Kogui no solo encontró el valor en sí mismo, sino que también entendió lo importante que es aprender de la naturaleza y de los demás. "Desde ahora aprenderemos juntos y cuidaremos nuestra tierra" - dijo Suma, mientras Kere ronroneaba, feliz de tener un amigo tan valiente.

De vuelta en la aldea, Suma y Kere contaron su historia a todos. Gracias a su valentía, los demás también comenzaron a explorar y valorar su patrimonio cultural. Juntos, recordaron que el verdadero tesoro es el que compartimos y aprendemos en comunidad.

FIN.

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