El Güiro de Navidad



Era una noche mágica en el pueblo de Villanueva, donde todo estaba decorado con luces brillantes y el aroma a galletas recién horneadas llenaba el aire. Un grupo de amigos: Lila, Tomás y Benjamín, estaban ansiosos por la llegada de la Navidad. Sin embargo, había un problema que preocupaba a todos: el festival navideño del pueblo estaba a solo unos días y el único instrumento que podían tocar, el güiro, había desaparecido.

Lila, amante de la música, propuso buscar el güiro por todo el pueblo.

"No podemos permitir que la Navidad pase sin música, chicos. El güiro tiene que estar en alguna parte" - dijo Lila.

Tomás, que siempre tenía una idea, recordó que su abuelo solía decir que los objetos perdidos a veces podían ser encontrados en lugares sorprendentes.

"¿Y si buscamos en la casa de Doña Rosa?" - sugirió Tomás. "Ella siempre cuenta historias de cosas perdidas que encuentran un hogar nuevo".

Los amigos concordaron y se dirigen a la casa de Doña Rosa. Al llegar, notaron que su jardín estaba lleno de luces y decoraciones navideñas. Cuando tocaron el timbre, Doña Rosa les recibió con una sonrisa.

"¿Qué los trae por aquí, chicos?" - preguntó ella.

"Buscamos un güiro que se perdió, Doña Rosa. ¿Ha visto alguno?" - respondió Benjamín.

Doña Rosa se rió suavemente.

"Oh, querido, aquí todo tiene su propia historia. Pero, quizás, el güiro que buscas esté en otro lugar. La música de Navidad se escucha en muchos rincones".

Intrigados, los niños se des pidieron de Doña Rosa y se aventuraron a la plaza del pueblo, donde la gente se reunía a setear el escenario para una gran fiesta navideña. Mientras observaban, vieron a un grupo de músicos locales ensayando, pero ¡no había ni rastro del güiro!

Benjamín señaló una cabaña al final de la plaza.

"Miren, tal vez en esa cabaña que parece abandonada haya algo interesante".

Los amigos se acercaron con cautela. La puerta estaba entreabierta, así que decidieron entrar. Dentro, había un desorden de objetos y un antiguo piano cubierto de polvo.

"¡Miren eso!" - Lila exclamó. "Podemos hacer música con lo que encontramos aquí. ¡Un güiro no siempre tiene que ser un güiro!"

Mientras exploraban, Lila se topó con una caja llena de instrumentos olvidados. Entre ellos había un tambor, un par de maracas e incluso un viejo xilófono.

"Esto es genial, pero sigue faltando el güiro" - lamentó Tomás.

Justo en ese momento, escucharon un ruido proveniente de la esquina oscura de la cabaña. Era un pequeño gato que había hecho su hogar entre las viejas cosas. Al acercarse, vieron algo brillante: ¡era el güiro!"¡Lo encontramos!" - gritaron todos al unísono.

Emocionados, decidieron salir de la cabaña con su tesoro. Mientras caminaban hacia la plaza, se les ocurrió una idea para la celebración.

"¿Qué les parece si hacemos una presentación de música con todos los instrumentos que encontramos?" - propuso Benjamín.

Para su sorpresa, sus amigos estuvieron de acuerdo. Comenzaron a ensayar en la plaza. Al llegar el día del festival, la gente se reunió ansiosa por ver lo que los chicos habían preparado. Lila, Tomás y Benjamín se presentaron en el escenario, con el güiro en mano, el tambor, las maracas y el xilófono.

"¡Feliz Navidad a todos!" - empezó Lila, antes de tocar el primer acorde.

La música resonaba en el aire, llenando los corazones de todos con alegría. A medida que en la plaza la gente comenzaba a bailar, se dieron cuenta de que no importaba qué instrumentos tenían, sino la diversión y la amistad que compartían.

Al final de la noche, mientras las luces parpadeaban y la luna brillaba en el cielo, Lila sonrió y dijo:

"Esta fue la mejor Navidad de todas. ¡El espíritu navideño se encuentra en la música y en la amistad!"

Así, el pueblo de Villanueva celebró su Navidad más especial, gracias a un pequeño y olvidado güiro, y a la creatividad de un grupo de amigos. Desde ese día, el güiro se convirtió en el símbolo de la unión y la alegría navideña del pueblo.

Y así, la magia de la Navidad brilló más intensamente que nunca en Villanueva.

FIN.

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