El Jardín de Amistad



Emilia era una niña muy alegre y curiosa. Todos los días, su mamá la llevaba al jardín de infantes para que pudiera jugar y aprender junto a otros niños.

Sin embargo, últimamente Emilia no estaba tan emocionada como antes. Una mañana, cuando su mamá la llevó al jardín, Emilia se aferró a ella con fuerza y dijo: "Mamá, no quiero quedarme aquí. Quiero estar contigo todo el día".

La mamá de Emilia se agachó y le acarició el cabello con ternura. "Entiendo cómo te sientes, cariño", respondió. "Pero en el jardín puedes hacer nuevos amigos y aprender cosas maravillosas". Aunque las palabras de su mamá sonaban bien, Emilia seguía sin estar convencida.

Miró a su alrededor y vio a los demás niños riendo y jugando. Pero eso no le importaba en ese momento. La señorita Clara, la maestra del jardín de infantes, se acercó a ellos con una sonrisa amable en el rostro.

"Hola Emilia", saludó con alegría. "Hoy vamos a tener un día especial en el jardín". Emilia levantó la mirada hacia la señorita Clara pero aún así estaba triste. "No quiero quedarme aquí", murmuró.

La señorita Clara entendió que algo estaba preocupando a Emilia y decidió hablarle desde el corazón. "Comprendo que extrañes mucho a tu mamá", dijo amorosamente mientras tomaba la mano de Emilia. "Pero aquí también hay personas que te quieren mucho y desean verte feliz.

Además, podrás aprender cosas nuevas y descubrir cuánto te gusta estar aquí". Emilia escuchó atentamente las palabras de la señorita Clara y comenzó a reflexionar sobre lo que le había dicho.

Miró nuevamente a su alrededor y notó que algunos niños estaban construyendo un castillo de arena. "¿Puedo ayudar?", preguntó tímidamente. La señorita Clara sonrió ampliamente y asintió con la cabeza. "¡Claro que sí! Sería genial tener tu ayuda para construir el castillo".

Emilia se acercó a los niños y comenzaron a trabajar juntos en el castillo de arena. Mientras lo hacían, Emilia se dio cuenta de que estaba divirtiéndose mucho. Los demás niños eran amables y la incluían en sus juegos.

El día pasó rápidamente y cuando llegó la hora de irse, Emilia no quería irse del jardín. "¡Mamá, mamá!", exclamó corriendo hacia ella. "Quiero volver mañana al jardín, me divertí mucho".

La mamá de Emilia sonrió emocionada al verla tan contenta. "Estoy orgullosa de ti, cariño", dijo mientras le daba un abrazo cálido. "Siempre quise verte feliz en el jardín". A partir de ese día, Emilia siguió asistiendo al jardín con entusiasmo.

Descubrió nuevos amigos, aprendió muchas cosas interesantes y cada día era una aventura llena de diversión. Y así fue como Emilia comprendió que aunque extrañara a su mamá durante algunas horas del día, también había espacio para crecer y disfrutar en el jardín de infantes.

Aprendió que la vida está llena de oportunidades y que cada experiencia puede ser valiosa si se le da una oportunidad.

FIN.

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