El jardín de la amistad
En un hermoso jardín de juegos, había un niño travieso llamado Joaquín. A Joaquín le encantaba morder y pegar a sus amigos, pensando que era una forma divertida de jugar.
Cada vez que lastimaba a alguien, se reía sin comprender el daño que causaba. Un día soleado, llegó al jardín un nuevo niño llamado Martín. Martín también tenía la costumbre de morder y pegar a sus compañeros cuando algo no le gustaba.
Joaquín, emocionado al ver a alguien más como él, se acercó corriendo para saludarlo. Pero en lugar de devolverle la sonrisa, Martín lo miró maliciosamente y le dio un fuerte mordisco en el brazo.
Joaquín sintió un dolor agudo y lágrimas brotaron de sus ojos mientras corría hacia un rincón del patio llorando desconsoladamente. Sus amiguitos, sorprendidos por verlo tan triste, se acercaron lentamente para consolarlo. "¿Qué te pasó, Joaquín?", preguntó Valentina con preocupación.
"Martín me mordió", sollozó Joaquín entre sollozos. "Oh no, eso no está bien", dijo Tomás frunciendo el ceño. "Vamos a cuidarte", agregó Sofía con dulzura. Los amigos de Joaquín rodearon al niño herido con amor y empatía.
Le ofrecieron pañuelos para secar sus lágrimas y palabras amables para calmar su corazón afligido. Poco a poco, Joaquín dejó de llorar y levantó la mirada para encontrarse con los rostros cariñosos que lo rodeaban.
"Lo siento mucho por haberte hecho sentir así", dijo Martín tímidamente acercándose. "Está bien si nos disculpamos y tratamos de ser mejores amigos", respondió Joaquín con valentía. A partir de ese momento, Joaquín y Martín entendieron que lastimar a otros no era la forma correcta de relacionarse.
Aprendieron juntos sobre la importancia del respeto mutuo, la empatía y la amistad verdadera. Los niños del jardincito descubrieron que cada uno es único e especial a su manera, mereciendo amor y comprensión en todo momento.
Y así termina esta historia donde dos niños traviesos aprendieron una gran lección: las acciones hirientes solo generan tristeza; pero el perdón y el afecto sincero construyen puentes hacia relaciones más felices y armoniosas en el jardincito lleno de risas y juegos infinitos.
¡Que vivan los amigos!
FIN.