El jardín de la amistad



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, seis amigos se reunían en el parque todos los días después de la escuela. Eran Lila, la soñadora; Tomás, el ingenioso; Carla, la valiente; Julián, el risueño; Valentina, la amable; y Lucas, el sensible. Cada uno tenía su propia personalidad y características, pero todos compartían un profundo lazo de amistad.

Un día, mientras jugaban en el parque, un grupo de chicos nuevos llegó. Ellos parecían diferentes y no eran tan amables como los demás. Uno de ellos se llamaba Pedro, un chico alto y fuerte que rápidamente empezó a burlarse de Lucas.

"¿Por qué siempre estás con esos raros?" - dijo Pedro, riendo.

"No somos raros, somos amigos" - respondió Valentina, tratando de defender a Lucas.

Las burlas se hicieron más constantes. Pedro y su grupo comenzaron a empujar a Lucas, riéndose de su manera de hablar y de cómo se movía. Aquel día, el corazón de Lucas se llenó de tristeza.

Esa noche, Lila tuvo una idea. Sabía que debían hacer algo. Así que al día siguiente, se reunieron con sus amigos y decidieron organizar un gran evento en el parque, titulado “El Jardín de la Amistad”.

"Si los hacemos parte de nuestra actividad, tal vez comprendan que nuestras diferencias son lo que nos hace especiales" - sugirió Lila.

"¡Sí! Deberíamos invitarlos a participar y conocerlos un poco más" - agregó Tomás con entusiasmo.

Con el maní en el aire, cada uno eligió un rol para el evento. Julián se encargaría de la música, Carla iba a coordinar juegos y Valentina haría carteles llamativos. Todos estaban emocionados por la idea de unir a más chicos en su actividad.

Cuando llegó el gran día, el parque estaba lleno de risas y colores, y todos podían ver lo felices que estaban al jugar juntos. Sin embargo, cuando Pedro y su grupo se acercaron, los amigos sintieron un poco de miedo.

"¿Qué hacen aquí?" - preguntó Carla, con cautela.

"Vimos que estaban haciendo algo y queríamos venir" - respondió Pedro sin mucha convicción.

Los amigos decidieron darles una oportunidad. Comenzaron a jugar con ellos. Al principio, Pedro seguía haciendo comentarios burlones, pero con el tiempo, mientras se unían a las actividades, los demás empezaron a ignorar esas palabras y a mostrarles lo divertido que podía ser jugar juntos.

Una de las actividades que más les gustó fue un juego en el que debían resolver un rompecabezas por equipos. En este, todos aportaban ideas, y poco a poco Pedro empezó a cambiar su actitud al ver lo que lograban juntos.

"Che, esto no es tan malo..." - dijo, sorprendido.

"Claro, aquí cada idea cuenta" - respondió Julián mientras reía.

Así fue como el día avanzó. Pedro tomó un respiro y comenzó a comprender que había cosas más divertidas que burlarse de los demás. Al final de la jornada, todos se sentaron en círculo para compartir sus experiencias y reflexiones.

"Nunca pensé que jugar juntos sería tan divertido" - dijo Pedro, ya sin la actitud desafiante que llevaba al principio.

"Cada uno puede ser diferente y aún así ser amigos" - comentó Lucas, sonriendo.

Ese fue el comienzo de una nueva amistad. Con el tiempo, Pedro dejó de ser un chico burlón y se convirtió en un gran amigo del grupo. Organizando juntos actividades, aprendieron a respetarse y entender que la suma de sus diferencias los hacía más fuertes y felices.

El Jardín de la Amistad se convirtió en un símbolo del parque, un lugar donde los chicos podían ser ellos mismos y disfrutar juntos. Así, seis amigos demostraron que el respeto, la tolerancia y la amistad son los mejores remedios contra la agresión. ¡Y que, en la diversidad, siempre hay una hermosa oportunidad de crecer juntos!

Desde entonces, todos los días en Arcoíris resuena la risa y el amor de un grupo diverso que se unió para hacer del mundo un lugar mejor para todos.

Fin.

FIN.

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