El Jardín de las Emociones
Había una vez en un pequeño pueblo, un jardín especial llamado "El Jardín de las Emociones". Este jardín no sólo estaba lleno de flores hermosas, sino que también tenía plantas mágicas que representaban distintas emociones: la alegría, la tristeza, el enojo, el amor y la calma.
Los habitantes del pueblo, especialmente los adolescentes, solían visitar el jardín cuando se sentían abrumados. Un día, tres amigos: Sofía, Marcos y Lucía, decidieron explorar el jardín. Sofía era siempre optimista, Marcos a menudo se sentía triste y Lucía tenía problemas con su enfado.
"¿Qué les parece si encontramos una planta que nos ayude a sentirnos mejor?" - sugirió Sofía con entusiasmo.
"Yo no sé si hay algo que pueda cambiar cómo me siento" - respondió Marcos, mirando al suelo.
"Tal vez deberíamos buscar y ver qué encontramos" - dijo Lucía, con un rayo de esperanza.
Los tres amigos comenzaron su búsqueda. En un rincón brillante del jardín, encontraron la planta de la alegría. Tenía flores amarillas y brillantes que danzaban al ritmo del viento.
"¡Miren! Esta planta muestra lo que es ser feliz" - exclamó Sofía.
"Pero, ¿cómo puedo sentirme así?" - preguntó Marcos, sintiéndose un poco desconectado.
"Quizás podríamos recordar algo divertido que hayamos vivido juntos" - sugirió Lucía, intentando cambiar el tono de la conversación.
Después de unos minutos de recordar, surgieron risas entre ellos, compartiendo anécdotas de su infancia. La risa de Sofía, la sonrisa de Lucía y la carcajada de Marcos llenaron el aire.
"Quizás la alegría está en recordar los buenos momentos" - dijo Marcos sonriendo ahora.
Decididos a seguir explorando, llegaron a una planta que representaba la tristeza. Era una hermosa flor azul que, aunque lucía triste, tenía un brillo especial.
"A veces es normal sentirse así" - comentó Lucía, tocando la flor con delicadeza.
"¿Cómo podemos aprender de esta emoción?" - preguntó Sofía.
"Es importante hablar de lo que sentimos y no guardarlo" - dijo Marcos, sintiéndose más aliviado al poder compartir sus emociones.
Finalmente, descubrieron la planta del enojo, que era roja y espinosa. Aunque parecía aterradora, las espinas eran suaves al tacto.
"El enojo puede ser como esta planta. A veces parece peligroso, pero también puede enseñarnos a estar alerta" - explicó Lucía.
"Sí, cuando estoy enojado, es porque hay algo que me molesta. Debo aprender a comunicarlo mejor" - reflexionó Marcos.
Los amigos comprendieron que cada emoción tiene su propósito y que todas son importantes para su bienestar. Al salir del jardín, sintieron el viento fresco en sus rostros como un símbolo de renovación.
"Ahora sé que compartir mis emociones me ayuda a sentirme mejor" - dijo Marcos con gratitud.
"Y que, aunque a veces sea difícil, cada sentimiento nos hace más fuertes" - concluyó Sofía.
Desde entonces, los tres amigos se reunieron a menudo en el jardín, aprendiendo y cuidando de sus emociones como si fueran flores valiosas.
El Jardín de las Emociones se convirtió en su refugio, un lugar donde crecer y florecer, juntos, sin miedo a expresar lo que sentían.
Preguntas de comprensión lectora:
1. ¿Qué emociones estaban representadas en el Jardín de las Emociones?
2. ¿Qué planta encontraron que representaba la alegría?
3. ¿Cómo ayudaron los amigos a Marcos a sentirse mejor?
4. ¿Qué aprendieron sobre el enojo y cómo gestionarlo?
5. ¿Por qué el jardín se convirtió en un lugar especial para los amigos?
FIN.