El juego de la amistad



Había una vez un papa brasileño llamado Pedro, que decidió mudarse al Perú para comenzar una nueva vida.

Sin embargo, había un pequeño problema: ¡él no sabía hablar español! Pedro se sentía muy solo y aislado en su nuevo hogar. Trataba de comunicarse con sus vecinos y hacer amigos, pero siempre terminaba confundido y frustrado. Un día, mientras caminaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando juntos. "¡Hola chicos!"- dijo Pedro tímidamente.

Los niños lo saludaron con entusiasmo y le preguntaron su nombre. A pesar de que Pedro tenía dificultades para entenderlos, los niños eran pacientes e intentaban hablar más despacio para que él pudiera comprender.

"¿Te gustaría jugar con nosotros?"- preguntó uno de los niños. Pedro asintió emocionado y comenzaron a jugar juntos al fútbol. Aunque no podía entender todo lo que decían los niños, se divirtió mucho corriendo detrás de la pelota y haciendo nuevos amigos.

Después del juego, los niños invitaron a Pedro a tomar helado con ellos en la heladería cercana. Una vez allí, Pedro trató de pedir su sabor favorito en español: "Quiero el helado... umm... marrón".

Los niños rieron ante su torpeza pero también admiraban su valentía por intentarlo. A medida que pasaban las semanas, Pedro practicaba cada día para mejorar su español hablando con los vecinos y leyendo libros infantiles en voz alta.

También seguía jugando al fútbol con los niños todos los días después del colegio. Un día, Pedro recibió una carta de su familia en Brasil. Estaba tan emocionado por leerla que corrió al parque para mostrarle a los niños.

Pero cuando llegó allí, se dio cuenta de que no podía encontrar la carta. Buscó por todas partes y empezó a sentirse muy triste. "¿Qué pasa?"- preguntaron los niños preocupados.

"Perdí la carta de mi familia"- respondió Pedro con lágrimas en los ojos. Los niños se unieron inmediatamente para ayudarlo a buscarla. Recorrieron el parque durante horas hasta que finalmente encontraron la carta debajo del banco donde habían estado sentados jugando al fútbol.

Pedro estaba profundamente agradecido con los niños y les dijo: "Gracias chicos, no sé qué haría sin ustedes". Los niños sonrieron y le respondieron: "No te preocupes, estamos aquí para ayudarte".

A partir de ese día, Pedro se sintió mucho más seguro en su nuevo hogar gracias a sus amigos. Aprendió español poco a poco y se hizo parte activa de la comunidad. Y lo más importante, descubrió que el verdadero lenguaje universal es el amor y la amistad entre las personas.

FIN.

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