El mágico escenario de Mateo



Había una vez un niño llamado Mateo que asistía a la escuela en un pequeño pueblo. A pesar de ser muy buen estudiante, Mateo tenía un problema: no le gustaba regresar del recreo.

Cada vez que sonaba el timbre para volver a clases, él se escondía detrás de los árboles o corría hacia el patio de juegos para evitar entrar al aula.

Un día, la maestra Marta se dio cuenta de que Mateo siempre llegaba tarde después del recreo y decidió hablar con él. "Mateo, ¿por qué siempre te cuesta tanto regresar del recreo? La clase ya va a empezar y es importante que estés presente", le preguntó la maestra Marta con preocupación.

Mateo bajó la mirada y respondió tímidamente: "No me gusta volver a clases porque siento que me aburro mucho más adentro que afuera jugando". La maestra Marta entendió cómo se sentía Mateo y decidió hacer algo al respecto.

Esa misma tarde, preparó una actividad especial para toda la clase. Les pidió a los niños que formasen equipos y creasen una obra de teatro sobre su materia favorita.

Mateo se entusiasmó con la idea y junto con sus compañeros comenzaron a planificar su obra. Se divirtieron tanto pensando en los diálogos, los disfraces y las escenografías que se les pasó volando el tiempo. Al día siguiente, cuando sonó el timbre para regresar del recreo, Mateo ya no sintió esa resistencia habitual.

Estaba emocionado por continuar ensayando su obra de teatro junto a sus amigos. A medida que pasaban los días, Mateo descubrió lo divertido y creativo que podía ser aprender dentro del aula.

La maestra Marta había logrado despertar su interés por las clases de una manera diferente y estimulante. Finalmente, llegó el día de presentar las obras de teatro ante toda la escuela.

El equipo de Mateo subió al escenario con confianza y entusiasmo, demostrando todo lo aprendido durante ese tiempo. Al finalizar las presentaciones, todos aplaudieron emocionados y la maestra Marta felicitó a cada uno de los niños por su esfuerzo y dedicación.

Desde ese día, Mateo comprendió que aprender podía ser tan divertido como jugar en el recreo. Agradecido con su maestra por haberle mostrado un nuevo camino hacia el aprendizaje, prometió nunca más resistirse a regresar del recreo y disfrutar al máximo cada momento en el colegio.

FIN.

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