El mensaje en la botella



Por las olas del mar paseaba Jaime, un niño de ocho años que se sentía muy solo y triste.

Vivía en un pequeño pueblo costero donde todos los demás niños tenían hermanos y amigos con quienes jugar, pero él siempre estaba solo. Un día, mientras caminaba por la playa, vio algo brillante entre las rocas. Se acercó corriendo y descubrió una vieja botella con un mensaje adentro.

Con mucha emoción, sacó el papel y comenzó a leer: "Querido Jaime, si estás leyendo esto es porque necesitas encontrar la felicidad. Sigue las instrucciones que te daré para descubrir el secreto". Jaime estaba intrigado y emocionado al mismo tiempo.

Siguiendo las indicaciones del mensaje, caminó hacia un antiguo faro que se encontraba en lo alto de una colina cercana. Subió todas las escaleras hasta llegar a la cima y allí encontró otra carta. "Hola Jaime", decía el mensaje.

"Si quieres encontrar amigos verdaderos, debes aprender a ser valiente". En ese momento sonaron unas risas detrás de él. Jaime se dio vuelta rápidamente y vio a dos niños mayores riéndose de él desde lejos. "¡Miren al niñito solitario!", burlándose uno de ellos.

Jaime sintió cómo su corazón se hundía aún más en tristeza. Pero recordando las palabras del mensaje, decidió enfrentar sus miedos e ir hablar con esos chicos. —"Hola" , dijo tímidamente Jaime mientras caminaba hacia ellos.

Los dos chicos dejaron de reírse sorprendidos por la valentía de Jaime. "¿Qué quieres?", preguntó uno de ellos con una mirada desafiante. "Solo quería saber si quieren jugar a la pelota conmigo", respondió Jaime con timidez. Los chicos se miraron entre sí y luego sonrieron.

Aceptaron jugar con Jaime y desde ese día se volvieron amigos inseparables. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y pasaron horas jugando juntos en la playa, construyendo castillos de arena y explorando las cuevas cercanas.

Una tarde, mientras jugaban cerca de un acantilado, encontraron una cueva oculta. Intrigados, decidieron entrar para explorarla. Pero cuando estaban adentrándose en la oscuridad, escucharon un ruido fuerte que los asustó.

"¡Corran!", gritó uno de los chicos mientras salían corriendo hacia la salida. Jaime, sin embargo, se detuvo al ver algo brillante en el suelo. Era un collar reluciente que parecía muy valioso.

Sin pensarlo dos veces, lo recogió y lo guardó en su bolsillo antes de seguir a sus amigos fuera de la cueva. Cuando llegaron a casa esa noche, mostró el collar a sus padres quienes quedaron sorprendidos por su hallazgo. "Es hermoso hijo", dijo su madre emocionada. "Pero debemos encontrar al dueño".

Jaime estaba triste porque no quería perder el collar tan especial que había encontrado. Pero entendiendo la importancia de hacer lo correcto, decidió llevarlo al periódico local para publicar un anuncio sobre el hallazgo del collar perdido.

Días después, un hombre mayor se presentó en su casa para reclamar el collar. Resultó ser el abuelo de uno de los chicos con los que había hecho amistad en la playa. "Gracias por devolverlo, Jaime", dijo el abuelo emocionado.

"Este collar es muy valioso para mí y estoy muy agradecido". Jaime sonrió y se sintió orgulloso de haber hecho lo correcto.

A partir de ese día, el abuelo del chico se convirtió en un amigo cercano y siempre invitaba a Jaime a pasar tiempo con ellos. A medida que pasaba el tiempo, Jaime fue haciendo más amigos en el pueblo y ya no se sentía solo ni triste.

Había aprendido que la valentía y la honestidad eran herramientas poderosas para encontrar la felicidad y construir amistades verdaderas. Y así, Jaime siguió paseando por las olas del mar pero ahora siempre tenía una sonrisa en su rostro porque sabía que nunca más estaría solo.

FIN.

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