El misterio de la casa abandonada



Había una vez en un pequeño pueblo, una casa abandonada que todos temían. Se decía que en su interior habitaba una entidad oscura que aterrorizaba a quienes se acercaban.

Los niños del pueblo, Martín y Sofía, siempre pasaban frente a la casa con miedo y curiosidad. Un día, decidieron investigar por sí mismos. "Sofía, ¿has oído los rumores sobre la casa abandonada?", preguntó Martín.

"Sí, dicen que hay una entidad oscura dentro, pero yo no le tengo miedo", respondió Sofía valientemente. Juntos, se acercaron a la casa y notaron que las ventanas estaban tapadas con tablas, las puertas cerradas con candados y el jardín cubierto de maleza. Decidieron que debían descubrir la verdad.

Entraron con sigilo y se adentraron en la oscuridad de la casa. De repente, escucharon un ruido y una sombra se movió en el pasillo. Aterrorizados, pensaron en escapar, pero algo los detuvo.

Era una voz suave que les dijo: "No teman, soy la entidad de esta casa, pero no soy oscura ni malvada como dicen".

Los niños, sorprendidos, escucharon atentamente la historia de la entidad, quien les contó que en realidad era un espíritu protector de la naturaleza y que habitaba esa casa para cuidar de los animales y plantas que vivían en sus alrededores. Martín y Sofía entendieron que habían juzgado erróneamente a la entidad por los rumores del pueblo. Decidieron ayudarla a sanar la casa abandonada y devolverle su esplendor.

Juntos limpiaron el jardín, arreglaron las ventanas y las puertas, y plantaron flores y árboles. Con el paso de los días, la casa recuperó su vida y se convirtió en un lugar hermoso.

La entidad les agradeció con emoción y les dijo: "Nunca juzguen a alguien por las apariencias, siempre hay una historia que no conocemos". Los niños aprendieron una gran lección y compartieron la historia con todos en el pueblo, cambiando la percepción sobre la casa abandonada y la entidad que la habitaba.

FIN.

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