El Misterio de la Promesa de Christian



Era un soleado día en el pueblo de Villa Esperanza. Todos los niños estaban emocionados porque, ese fin de semana, se iba a celebrar la Fiesta de la Amistad. Christian, un niño carismático y lleno de energía, había prometido a sus amigos que traería la mejor sorpresa: ¡un fabuloso dron que podía hacer piruetas en el aire!"¡No se preocupen, chicos! Voy a hacer que todos quedemos asombrados con el dron que tengo!" - exclamó Christian con una sonrisa de lado a lado.

Los otros niños, entusiasmados, comenzaron a imaginar las increíbles acrobacias que el dron podría hacer. Sin embargo, el día de la fiesta se acercaba y la sorpresa de Christian seguía siendo un misterio. Algunos empezaron a murmurar.

"¿Y si Christian no tiene el dron?" - susurró Ana, su mejor amiga, preocupada.

"No seas negativa, Ana. Christian siempre cumple lo que promete" - replicó Lucas, un chico optimista.

Finalmente llegó el día de la fiesta. Todos estaban reunidos en la plaza del pueblo. Los globos de colores adornaban el lugar y la música sonaba alegremente. La ansiedad por ver el dron era palpable.

Cuando Christian llegó, todos miraron expectantes.

"¡Llegué!" - gritó Christian, levantando una caja misteriosa.

"¡Sorpresa!" - añadió, abriendo la caja con gran dramatismo.

Pero... ¡estaba vacía! Un silencio incómodo se apoderó del lugar, y las caras de sus amigos se tornadoaron de sorpresa a decepción.

"Christian, ¿dónde está el dron?" - preguntó Lucas, frunciendo el ceño.

"Eh... bueno, lo dejé en casa. No se preocupen, puedo traerlo pronto" - balbuceó Christian con una sonrisa nerviosa.

Ana y Lucas se miraron con escepticismo. La Fiesta de la Amistad no se trataba solo de juegos y sorpresas, sino de confianza y honestidad.

"Christian, prometiste que hoy lo traerías. Todos estábamos tan emocionados," - dijo Ana, un poco decepcionada.

"Lo sé, lo sé... pero... no sé si realmente puedo volar el dron bien. No quería decepcionarlos, y ahora parece que lo hice" - respondió Christian, comenzando a sentirse mal.

La fiesta seguía con sus juegos y risas, pero la nube de la promesa no cumplida se cernía sobre el grupo.

Sin embargo, Ana tuvo una idea. Comprendió que no solo Christian debía aprender sobre promesas, sino también sus amigos.

"Hey, ¿saben qué? Vamos a jugar a un nuevo juego, ¡el juego de las promesas!" - propuso con entusiasmo.

Todos se miraron intrigados, y Ana explicó:

"Cada uno de nosotros debe compartir una promesa verdadera o inventada. Después, todos debemos cumplir con la promesa de la forma más divertida que se nos ocurra. ¡Eso nos unirá más!"

Los niños se animaron y comenzaron a jugar, compartiendo promesas como:

"Prometo hacer un dibujo para cada uno de ustedes" - dijo Lucas.

"Yo prometo llevarles galletitas que horneé con mi mamá" - añadió Sofía.

Christian, al ver cómo sus amigos fueron abiertos y generosos en sus promesas, sintió una chispa de valentía.

"Yo prometo que aprenderé a volar un dron de verdad para que podamos disfrutarlo juntos más adelante".

Los demás se animaron al escuchar su promesa sincera.

"¡Eso sería genial!" - exclamó Ana.

"¡Sí, lo esperamos!" - respondió Lucas entusiasmado.

Con el tiempo, Christian se dedicó a aprender todo sobre volar drones, y sus amigos lo apoyaron en el proceso. Se turnaban para practicar y asistían a todos sus ensayos. Finalmente, después de semanas de esfuerzo, el ansiado día llegó.

"Hoy lo vamos a hacer juntos, ¡estoy listo!" - gritó Christian lleno de energía.

El día de la presentación llegó y sus amigos simplemente estaban felices de ser parte de su camino. Christian voló su dron por primera vez en la Fiesta de la Amistad del siguiente año. Todos aplaudieron y se emocionaron al ver cómo el dron hacía increíbles acrobacias en el aire.

"¡Lo logramos juntos!" - gritó Christian con gran felicidad.

Y así, la Fiesta se llenó una vez más de risas, amigos y, sobre todo, de promesas cumplidas. Y aprendieron que a veces lo importante no es solo hacer promesas sino la valentía de tratar de cumplirlas. ¡El espíritu de la amistad nunca fracasa!

La historia de Christian y sus amigos quedó grabada en sus corazones, sabiendo que las promesas deben hacerse con sinceridad y que siempre hay una oportunidad para corregir el rumbo. A partir de ese día, todos en Villa Esperanza se comprometieron a ser siempre honestos entre sí, porque eso es lo que realmente construye la amistad.

FIN.

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