El misterio del islote de las orejas perdidas



Había una vez en una pequeña isla llamada Islote de las Orejas Perdidas, un grupo de amigos muy curiosos: Irene, Irma, Iris e Iván. Ellos siempre estaban en busca de aventuras y misterios por descubrir.

Un día, decidieron explorar un enigmático lugar al que nadie se atrevía a ir: el Castillo de la Piña. Según la leyenda, en este castillo vivía un indio sabio que guardaba un secreto maravilloso.

Al llegar al castillo, se encontraron con la sorpresa de que estaba resguardado por una iguana gigante. -¿Cómo podremos entrar? -preguntó Iván. Entonces, Irene recordó que llevaba consigo un imán. Con astucia, lograron distraer a la iguana y abrieron la puerta del castillo.

Una vez adentro, descubrieron una capilla llena de tesoros, pero algo llamó la atención de Irene: un imponente iglú en el centro de la sala. Al acercarse, encontraron un par de tijeras y, debajo de ellas, unas extrañas orejas de colores brillantes. -¡Son orejas mágicas! -exclamó Iris.

De repente, un susurro llenó la capilla: era la voz del indio sabio. Les explicó que las orejas tenían el poder de escuchar los deseos más profundos de las personas.

Sin embargo, el secreto era que solo podían ser usadas por aquellos que mostraran bondad y valentía. Por eso, las orejas habían sido escondidas en el castillo. -Ustedes tienen corazones puros. Por eso, les confío las orejas mágicas -dijo el indio.

Los amigos regresaron a su aldea con las orejas y las compartieron con todos, convirtiéndose en héroes. A partir de entonces, cada vez que alguien necesitaba ser escuchado, acudían a ellos, y juntos lograban resolver cualquier problema.

Y así, el Islote de las Orejas Perdidas se convirtió en un lugar donde la empatía y el compañerismo reinaban para siempre.

FIN.

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