El mundo encantado de Margarita y Pimpollo



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una niña llamada Margarita. Tenía seis años y le encantaba dibujar y contar historias.

Todos los días, después de la escuela, Margarita se sentaba en su escritorio con sus lápices de colores y su libreta en blanco, lista para dejar volar su imaginación. Un día, mientras dibujaba un hermoso arcoíris sobre un campo de flores, Margarita escuchó un ruido proveniente del jardín de su casa.

Curiosa, salió corriendo a ver qué era. Para su sorpresa, encontró a un pequeño duende verde con una larga barba jugueteando entre las plantas. "¡Hola! Soy Margarita. ¿Quién eres tú?" -preguntó la niña emocionada.

El duende levantó la mirada y sonrió con picardía. "¡Hola Margarita! Soy Pimpollo, el duende guardián de los sueños. He oído que te gusta dibujar y contar historias". Margarita abrió los ojos asombrada. Nunca había visto a un duende antes.

"Sí, me encanta hacerlo", respondió ella. Pimpollo se acercó a Margarita y le dijo: "Tengo algo especial para ti". Sacó de su bolsillo una varita mágica y la extendió hacia el cielo.

De repente, el arcoíris que Margarita había dibujado cobró vida y brilló con intensidad. "¡Es increíble!" -exclamó Margarita maravillada. Pimpollo le explicó que la varita mágica le permitiría a Margarita entrar en sus propios dibujos y vivir aventuras increíbles en ellos.

Sin embargo, también le advirtió que debía tener cuidado y seguir las reglas del mundo de los sueños para no meterse en problemas. Emocionada por la oportunidad de explorar sus creaciones artísticas, Margarita tomó la varita mágica y se adentró en el arcoíris brillante.

En ese instante, se encontraba dentro de su propio dibujo: un bosque encantado lleno de criaturas fantásticas y paisajes asombrosos.

Durante su travesía por el bosque encantado, Margarita conoció a personajes mágicos como hadas amigables, unicornios majestuosos y dragones bondadosos. Cada uno tenía una historia fascinante que contarle a la curiosa niña. A medida que exploraba este mundo imaginario, Margarita aprendió valiosas lecciones sobre amistad, valentía y creatividad.

Se dio cuenta de que cada historia tenía algo importante que enseñarle si estaba dispuesta a escuchar con atención. Después de vivir muchas aventuras emocionantes en el bosque encantado, llegó el momento de regresar a casa.

Con tristeza pero llena de gratitud por todo lo vivido, Margarita despidió a sus nuevos amigos mágicos prometiéndoles volver pronto para seguir descubriendo juntos nuevas historias.

De vuelta en su habitación con la varita mágica aún en mano, Margarta entendió que la magia más poderosa siempre estuvo dentro de ella: su imaginación creativa capaz de crear mundos infinitos llenos de color e inspiración.

Y así fue como Margarta siguió contando historias maravillosas mediante sus dibujos mientras llevaba consigo el recuerdo imborrable de aquella inolvidable aventura junto al duende Pimpollo en el bosque encantado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!