El Pastor y el Zorro



Había una vez un pastor llamado Julián que cuidaba de sus ovejas en un pequeño valle rodeado de montañas. Cada mañana, Julián sacaba a las ovejas a pastar y pasaban el día bajo el sol, mientras él tocaba su flauta y las ovejas se relajanaban.

Un día, mientras Julián estaba distraído tocando su música, un astuto zorro llamado Zacarías apareció entre los arbustos, con la intención de llevarse a una oveja para su cena.

"¡Hola, pastor!", dijo Zacarías con una sonrisa pícara. "Soy solo una criatura hambrienta en busca de un bocado. No pienses que soy malo. Podría serte de gran ayuda."

Julián se puso alerta, adivinando la intención del zorro, y respondió:

"¿Ayudarme? No creo que un zorro como vos tenga buenas intenciones."

Zacarías, sintiendo que necesitaba ser más persuasivo, comenzó a contar una historia.

"Te cuento que el viento sopla fuerte hoy y podría desorientar a tus ovejas. ¿No te gustaría tener un compañero que te ayude a mantenerlas juntas?"

"Pero vos sos un zorro, y los zorros no ayudan, ¡sólo atacan!", replicó Julián, todavía cauteloso.

Zacarías, decidido a cambiar la opinión de Julián, le propuso un trato:

"Si me dejas quedarme, me aseguraré de que ningún lobo se acerque a tus ovejas. Tendremos más diversión cuidando juntos de ellas."

Julián pensó por un momento, se dio cuenta de que con la llegada del invierno, los lobos solían rondar más. Entonces, optó por darle una oportunidad a Zacarías, pero con mucha desconfianza.

"Está bien, pero me tendrías que demostrar que realmente querés ayudar."

Así fue como Zacarías se unió a Julián en el pastizal. Durante los días siguientes, el zorro hizo su mejor esfuerzo para proteger a las ovejas. Con su astucia, pudo ahuyentar a un par de lobos que se aventuraron cerca, y Julián quedó impresionado.

"Tal vez podías ser útil después de todo", le dijo Julián.

Sin embargo, Zacarías era un zorro, y como todo zorro, sabía que no podía resistir la tentación. Una tarde, vio a una oveja más débil alejarse del grupo y no pudo evitarlo.

"Si la atrapo rápido, no será un problema, solo una pequeña colita de nada", pensó y corrió hacia ella.

Julián, que lo estaba observando, se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder. Llamó a su amigo:

"¡Zacarías, no! ¡Las ovejas son mis amigas!"

El zorro se detuvo en seco y se dio cuenta de que había olvidado el motivo por el que se había aliado con Julián. Recordó lo bien que se había sentido al proteger a las ovejas y cómo había disfrutado de su compañía.

"Lo siento, Julián. He permitido que mi hambre me controlara. No puedo hacerte eso a vos ni a mis amigos."

Julián, sorprendido, aceptó su sinceridad, y el zorro regresó a su lado.

"Todos cometemos errores, Zacarías. La clave es aprender de ellos."

Desde aquel día, Zacarías se convirtió no solo en un protector valiente, sino también en un amigo leal para Julián y sus ovejas. Juntos, disfrutaron de muchas aventuras y aprendieron que a veces la verdadera amistad viene de donde menos lo esperamos. El astuto zorro había demostrado que se podía cambiar y ser una mejor versión de uno mismo.

Así, en el pequeño valle, el pastor y el zorro vivieron felices y sus ovejas, aunque siempre un poco desconfiadas al inicio, encontraron en Zacarías un protector fiel.

Y cada vez que al zorro se le antojaba una escapada, recordaba el día en que casi traiciona la confianza de su amigo.

Al final del día, entre risas y travesuras, aprendieron que el amor y la confianza eran más fuertes que cualquier intento de maldad. La amistad era el verdadero hallazgo de sus corazones.

FIN.

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