El Pastorcito y sus Amigos



Había una vez en un tranquilo valle rodeado de altos cerros y hermosos árboles, un amable pastorcito llamado Pedro.

Todos los días, Pedro llevaba a su fiel perro Pipo y a su rebaño de ovejas a pastar en las verdes praderas del valle. Un día, mientras las ovejas retozaban y comían tranquilamente, Pedro decidió subir a lo alto del cerro para divisar lejanas tierras. -Pipo, cuídame el rebaño mientras subo al cerro, ¿entendido? -le pidió Pedro a su leal compañero.

Pipo movió la cola en señal de afirmación, mostrando su entendimiento. Mientras Pedro disfrutaba de las vistas desde lo alto, unas nubes espesas comenzaron a cubrir el cielo y una repentina brisa empezó a soplar.

Sin darse cuenta, el tiempo pasó volando y cuando Pedro quiso regresar, se dio cuenta de que la neblina había cubierto por completo el valle. -¡Pipo, las ovejas! ¡Tenemos que bajar antes de que se haga de noche! -exclamó preocupado Pedro.

Pipo ladró con determinación, indicando que ayudaría en lo que fuera necesario. Con valentía, Pedro y Pipo emprendieron el descenso, guiados por los ladridos y balidos de las ovejas, luchando contra la oscuridad y la neblina.

Con mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron reunir al rebaño y llevarlo de vuelta al refugio seguro del valle. Desde ese día, Pedro, Pipo y las ovejas aprendieron que trabajar en equipo y cuidarse mutuamente era la clave para superar los desafíos.

Y así, cada día se convirtió en una aventura en la que juntos enfrentaban cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

FIN.

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