El Puente Selba y la Aventura de Joan Miquel y sus Amigos



Era un hermoso día de primavera en el pequeño pueblo de Selva Alegre. Joan Miquel, un niño curioso y aventurero, estaba emocionado por la llegada del fin de semana. Se había propuesto explorar el misterioso Puente Selba, un antiguo puente de madera que, según las leyendas locales, estaba lleno de secretos y sorpresas.

Joan Miquel convocó a sus amigos: Sofía, una niña valiente con una gran imaginación, y Lucas, un experto en mapas y tesoros escondidos.

"Chicos, ¡este sábado vamos a descubrir qué hay detrás del Puente Selba!", propuso Joan Miquel.

"¡Sí! He escuchado historias de criaturas mágicas que viven en el bosque junto al puente!", dijo Sofía emocionada.

"Y yo tengo un mapa antiguo que encontré en el desván de mi abuelo. Tiene marcas para encontrar tesoros", agregó Lucas, mostrando un viejo trozo de papel.

Así fue como el sábado llegó y los tres amigos se encontraron listos para la aventura. Con mochilas llenas de bocadillos y su valentía a cuestas, partieron hacia el Puente Selba.

Al llegar, se asombraron por la belleza del lugar. El puente se alzaba majestuoso sobre un arroyo cristalino, rodeado de árboles altos cuya sombra parecía contar historias de tiempos pasados.

"Miren, ¡qué hermoso!", exclamó Sofía.

"Sí, pero también da un poco de miedo", admitió Lucas, observando la niebla que se cernía misteriosamente sobre el agua.

"No hay que tener miedo, ¡vamos a averiguar qué hay!", animó Joan Miquel, mientras ponía un pie sobre el puente.

Cruzaron el puente y, al llegar al otro lado, encontraron un sendero cubierto de flores y mariposas. Caminaron durante un buen rato hasta que se toparon con un claro en el bosque.

En el centro del claro había un viejo árbol con un tronco enorme y retorcido. De repente, escucharon un suave murmullo.

"¿Escucharon eso?", preguntó Sofía mirando a sus amigos.

"Parece que viene del árbol", dijo Lucas, intrigado.

Los tres se acercaron al árbol y, para su sorpresa, descubrieron un pequeño agujero en el tronco. Empujados por la curiosidad, se asomaron por el agujero y escucharon una voz suave.

"Hola, amigos. Soy el Guardián del Bosque. He estado esperando a que ustedes llegaran".

"¿El Guardián? ¿De qué estás guardando?", preguntó Joan Miquel, asombrado.

"De la armonía de este lugar. Últimamente, los animales del bosque están tristes, y necesito su ayuda para devolverles la alegría", explicó el Guardián.

Los amigos se miraron intrigados.

"¿Qué podemos hacer?", preguntó Sofía con mucha determinación.

"Cada uno de ustedes tiene un don especial. Joan Miquel, tú eres valiente. Sofía, tienes una gran imaginación. Y Lucas, tu capacidad para resolver problemas es impresionante. Juntos, pueden ayudar a los animales a resolver sus conflictos y traer la alegría de vuelta".

Los amigos se sintieron importantes y decidieron ayudar. Comenzaron a visitar a los animales del bosque. Primero, conocieron a un grupo de ciervos que no podían decidir quién debía ser el líder de la manada.

"¡Chicos! ¡Podemos hacer una elección!", sugirió Lucas, sacando su mapa.

"Sí, pero necesitamos que todos tengan una voz", agregó Sofía.

Después de una charla, los ciervos eligieron al líder, y el grupo de ciervos se sintió aliviado y feliz.

Luego, encontraron a un zorro y una liebre que discutían por el último rayo de sol que pasaba por una roca.

"No puedo compartir mi luz", gruñó el zorro.

"Pero necesito calentarme", respondió la liebre.

"Podemos turnarnos para disfrutar del sol", propuso Joan Miquel.

Entonces, los animales acordaron compartir el rayo de sol, y ambos se sintieron felices.

Con cada conflicto que resolvían, la alegría regresaba al bosque. Al final de la tarde, todos los animales se reunieron en el claro para agradecer a los tres amigos.

"Gracias por devolvernos la felicidad", dijeron todos juntos.

El Guardián del Bosque apareció nuevamente frente a ellos.

"Han hecho un gran trabajo. La armonía vuelve a reinar gracias a su valentía y amistad".

Emocionados, Joan Miquel, Sofía y Lucas se despidieron de los animales y regresaron al pueblo, sintiéndose más unidos que nunca por esta experiencia.

"Nunca pensé que podríamos hacer algo tan grande", dijo Sofía.

"¡Fue increíble! Podemos ser un equipo para resolver cualquier problema", agregó Lucas.

Desde ese día, los tres amigos entendieron que la amistad, la comunicación y el trabajo en equipo son la clave para enfrentar cualquier desafío. Y así como el Puente Selba los unió en una aventura, siempre seguirían cruzando puentes juntos en la vida.

Y colorín colorado, este juego ha terminado.

FIN.

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