El Regalo del Tiempo



¡Hola mi pequeña Joqui! -dijo la abuela Graciela con una sonrisa mientras abrazaba a su nieta-. ¿Cómo estás, cariño?"Abuela, mira lo que me trajo Papá Noel", dijo Joquina emocionada mientras sostenía el rompecabezas en sus manitas.

-¡Qué lindo regalo, mi amor! Vamos a armarlo juntas. -La abuela Graciela se sentó en el suelo junto a Joqui y comenzaron a armar las piezas del rompecabezas.

Joquina intentaba colocar las piezas una por una, pero algunas veces le resultaba difícil. La abuela Graciela la animaba y le mostraba cómo hacerlo. -Mira, Joqui, esta pieza va aquí -le decía señalando el lugar correcto-. ¡Muy bien! Estás haciendo un excelente trabajo.

Joquina estaba muy concentrada y no se daba por vencida. Poco a poco, logró encajar cada pieza en su lugar correspondiente con la ayuda de la abuela Graciela.

-¡Lo lograste, mi amor! ¡Armaste todo el rompecabezas! -exclamó la abuela Graciela emocionada al ver cómo todas las piezas formaban una hermosa imagen. Joquina saltó de alegría y aplaudió contenta. Estaba orgullosa de sí misma y feliz de haber completado el desafío junto a su querida abuela.

Después de jugar con el rompecabezas durante un rato más, llegó la hora de partir. La familia se despidió de la abuela Graciela con grandes sonrisas y corazones llenos de amor. -Gracias por jugar conmigo, abuela -dijo Joquina mientras le daba un beso en la mejilla-. Te quiero mucho.

-Y yo te quiero muchísimo, mi dulce Joqui -respondió la abuela Graciela con ternura-. Siempre estaré aquí para ti, lista para jugar y enseñarte cosas nuevas.

La abuela Graciela guardó el rompecabezas en una caja especial y se quedó pensando en lo importante que es pasar tiempo de calidad con los seres queridos. A veces, las cosas más simples pueden convertirse en grandes momentos de aprendizaje y diversión.

Desde aquel día, cada vez que Joquina visitaba a su abuela Graciela, disfrutaban juntas de diferentes actividades. Jugaban a las cartas, cocinaban deliciosos postres o simplemente se sentaban a charlar sobre sus aventuras diarias.

Aquella Navidad fue solo el comienzo de una hermosa tradición familiar llena de amor y complicidad entre la abuela Graciela y su nieta Joquina. Juntas descubrieron que no importa cuántos años tengamos, siempre hay espacio para aprender y disfrutar junto a nuestros seres queridos.

Y así, cada encuentro entre la abuela Graciela y Joquina se convirtió en un tesoro invaluable lleno de risas, cariño y sabiduría compartida.

FIN.

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