El Regreso a Casa
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos hermanas que se llamaban Lara y Guada. Lara era la mayor, con catorce años y siempre llena de energía. Guada, con doce años, era curiosa y soñadora. Un día, su mamá Sofía y su papá Pablo decidieron mudarse a Mar del Plata, una ciudad costera famosa por sus playas. Las niñas estaban emocionadas y un poco asustadas, pero estaban juntas, y eso era lo que más les importaba.
Pasaron diecinueve años en Mar del Plata. Lara se convirtió en una talentosa artista, mientras que Guada se interesó por la ciencia y la naturaleza. Ambas tenían un amor profundo por sus animales: Harry, el perro juguetón, y Milo, el gato sabio.
Un día decidieron regresar a su antiguo hogar, el lugar donde pasaron su infancia. Cuando llegó el momento, Lara miró a Guada y le dijo:
"¿Estás lista para ver nuestra casa otra vez?"
"Sí, aunque me da un poco de nostalgia. ¿Te acordás de cómo jugábamos en el jardín?" respondió Guada con una sonrisa nostálgica.
El viaje fue lleno de risas y recuerdos. Cuando llegaron al viejo hogar, encontraron que el lugar había cambiado un poco, pero los recuerdos florecieron en sus corazones. Sus padres estaban afuera, esperando con los brazos abiertos.
"¡Hijas!" gritó Sofía mientras corría hacia ellas.
"¡Mamá!" Las chicas gritaron al unísono, llenas de felicidad.
"¿Dónde está Harry y Milo?" preguntó Lara con una expresión de curiosidad.
"¡Están adentro! tuvieron que adaptarse al vuelo, pero ahora están mejor que nunca", dijo Pablo, sonriendo.
Las hermanas entraron corriendo y se encontraron con sus amados animales. Harry movió su cola emocionado y Milo maulló, como si dijera: “¡Por fin están aquí! ”
Después de abrazar a sus mascotas, Guada propuso salir al jardín, donde solían jugar. La emoción las envolvió mientras rielaban por el césped.
"¡Mirá!" dijo Lara señalando un árbol grande. "¿Te acordás de ese momento en que hicimos un fuerte con ramas?"
"¡Sí! y nos disfrazamos de exploradoras, fue una aventura increíble!" recordó Guada.
Esa tarde, se sentaron juntas bajo el árbol, hablando sobre lo que habían aprendido en Mar del Plata. Lara habló sobre cómo el arte la ayudaba a expresar sus ideas y emociones. Guada, por su parte, compartió sus experimentos con la naturaleza.
"¿No te parece que deberíamos crear un proyecto juntas? Algo que combine tu arte y mi ciencia", sugirió Guada.
"¡Eso sería genial!" respondió Lara emocionada. "Podemos hacer una exposición en la ciudad, donde la gente pueda ver cómo el arte y la ciencia pueden unirse".
Días después, empezaron a trabajar en su idea. Las hermanas unieron fuerzas, creando obras de arte que incluían elementos naturales. Usaron colores brillantes y texturas variadas, expresando la belleza del mundo que las rodeaba.
Cuando llegó el día de la exposición, invitaron a toda la comunidad. La gente estaba impresionada por la creatividad que mostraban. Lara y Guada se sintieron felices al ver cómo las personas valoraban su trabajo.
"No puedo creer que hayamos vuelto a nuestra casa y estemos haciendo algo tan hermoso", dijo Lara, mientras miraba a su hermana.
"Esto solo es el comienzo. Juntas podemos lograr grandes cosas", respondió Guada, sintiéndose llena de orgullo.
La experiencia de volver a su hogar les enseñó que, aunque el tiempo pasara, los lazos familiares y la creatividad nunca se desvanecen. Con el amor, el arte, y la ciencia, Laura y Guada estaban listas para enfrentar nuevos desafíos y seguir creando magia juntas.
FIN.