El Reino de los Deseos



Hace muchos años, en un reino lejano, vivían un rey llamado Felipe y una reina llamada Elena. Cada mañana, cuando el sol asomaba sobre las colinas, los dos se sentaban en el balcón del castillo y susurraban con nostalgia:

- ¡Ah, si al menos tuviéramos un hijo! -decía el rey Felipe mientras miraba al horizonte.

- Sí, mi amor, un pequeño príncipe o princesa que llenara de alegría nuestros corazones -respondía la reina Elena con una sonrisa melancólica.

La pareja había intentado todo lo posible y, aunque su amor por el otro era inmenso, su deseo de ser padres los mantenía preocupados. Un día, mientras paseaban por el bosque, escucharon un susurro.

- ¿Quién habla? -preguntaron, sorprendidos.

De entre los árboles apareció un pequeño duende llamado Pipo, conocido por sus travesuras. Tenía una gran sonrisa y una mirada brillante.

- Yo sé lo que desean -dijo Pipo con una voz alegre-. Pueden tener un hijo, pero deberán cumplir tres tareas antes de que el sol se ponga tres veces. ¿Aceptan?

El rey y la reina se miraron emocionados y asintieron.

- ¡Sí, lo aceptamos! -dijo la reina, llena de esperanza.

- Muy bien -respondió Pipo-. La primera tarea es encontrar la flor más rara del reino, la Flor de los Sueños. Solo crece en lo más profundo del Bosque Encantado.

El rey Felipe y la reina Elena, armados con valentía y amor, se adentraron en el bosque. Después de horas de búsqueda, encontraron la flor resplandeciente en un claro. Mientras el rey la recogía, la reina notó que algunas criaturas del bosque estaban tristes porque habían perdido su hogar. Sin pensarlo, se acercó a ellas.

- ¿Qué les pasa, amigos? -preguntó la reina con ternura.

- Nuestro hogar, el árbol más grande del bosque, ha sido derribado -respondió un pequeño zorro con una voz temblorosa.

La reina, conmovida, decidió ayudar. Junto al rey, reunieron a los animales del bosque y organizaron un plan. Todos comenzaron a recolectar ramas y hojas, trabajando juntos para construir un nuevo refugio. Cuando terminaron, el zorro, agradecido, dijo:

- ¡Gracias, reina! Su bondad les traerá suerte.

Contentos, el rey y la reina regresaron con la Flor de los Sueños. Al llegar al castillo, Pipo los esperaba.

- ¡Gran trabajo! Ahora vamos con la segunda tarea: tendrán que conseguir un canto del pájaro de oro que solo aparece al amanecer.

El rey y la reina se despertaron antes del alba y esperaron. Cuando el mágico pájaro llegó, su canto era tan hermoso que incluso los árboles parecían bailar. Con astucia, el rey se subió a una colina y logró grabar su dulce melodía. Al regresar, el duende los felicitó.

- ¡Increíble! Procedan a la tercera y última tarea: deben crear un regalo sincero que represente su amor.

Ambos se sentaron a reflexionar. La reina recordó la vez que habían hecho una promesa bajo la luna llena y cómo deseaban tener un hijo.

- ¿Recuerdas ese momento? -preguntó la reina.

- Sí, fue mágico. ¿Y si creamos un álbum de recuerdos? -sugirió el rey, lleno de entusiasmo.

Con lápiz y papel, documentaron su historia de amor: sus aventuras, risas y sueños. Usaron flores y hojas del bosque como decoraciones y, al finalizar, presentaron su regalo a Pipo.

El duende observó con atención, sonriendo ampliamente.

- Han puesto su corazón en esto. Está claro que están listos para ser padres.

Con un giro de su varita mágica, Pipo creó una luz brillante que envolvió a la pareja. Y de repente, un suave llanto se escuchó en el aire.

Los ojos del rey y la reina se iluminaron al darse cuenta de que en sus brazos sostenían a un hermoso bebé.

- ¡Es nuestra hija! -gritó la reina, llena de emoción.

- Sí, nuestro sueño se ha hecho realidad -dijo el rey, mirando la luz que emanaba de su pequeña.

A medida que el tiempo pasaba, la familia creció unida, y la reina nunca olvidó el sacrificio que había hecho para ayudar a los animales del bosque. Ella siempre contaba la historia de cómo su bondad los llevó no solo a tener a su hija, sino también a enseñar a todos en el reino el valor de la ayuda mutua y la solidaridad.

Finalmente, recordarían siempre que las cosas más preciadas a menudo se encuentran en los pequeños actos de amor y generosidad. Y así, el reino de Felipe y Elena se convirtió en uno conocido por su bondad, donde todos los sueños podían hacerse realidad si se estaban dispuestos a luchar por ellos. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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