El robot submarino de Tomás


Había una vez un niño llamado Tomás que desde muy pequeño mostró un gran interés por la tecnología.

A los cinco años, ya sabía cómo encender y apagar la computadora de su papá, y a los ocho construyó su propio robot con piezas de juguete. Pero lo que más le gustaba a Tomás era pensar en cómo podría usar la tecnología para hacer el mundo un lugar mejor.

Soñaba con inventar algo que pudiera ayudar a las personas enfermas o proteger el medio ambiente. Un día, mientras paseaba por el parque cercano a su casa, vio una bolsa de plástico flotando en el estanque donde había patos y peces.

Se acercó para sacarla del agua pero se dio cuenta de que no podía alcanzarla sin mojarse demasiado. "Me encantaría tener un robot submarino para limpiar todo esto", pensó Tomás.

Esa noche, después de cenar, se sentó frente a su computadora y comenzó a investigar sobre robots submarinos. Descubrió que existían algunos modelos comerciales pero eran muy costosos y no hacían exactamente lo que él tenía en mente. "Tendré que diseñarlo yo mismo", dijo Tomás decidido.

Durante semanas, trabajó afanosamente en su proyecto: dibujando planos, buscando materiales adecuados e incluso programando el software necesario para controlarlo desde una tableta. Finalmente llegó el gran día: Tomás iba a probar su robot submarino en el estanque del parque. Estaba nervioso pero emocionado al mismo tiempo.

Encendió los motores y soltó el robot al agua. Lo manejó con destreza y lo hizo sumergirse para reagarrar la bolsa de plástico. Los patos y los peces parecían curiosos ante el extraño objeto que flotaba en su hogar.

"¡Lo logré!", gritó Tomás cuando sacó la bolsa del agua. Pero entonces, algo inesperado sucedió: uno de los patos comenzó a chapotear desesperadamente cerca del robot.

Parecía haberse enredado en una red de pesca abandonada que estaba atrapada entre las algas. Tomás no dudó un segundo y dirigió el robot hacia el pato. Con sus brazos mecánicos, cortó cuidadosamente la red liberando al animal.

El pato nadó felizmente hacia sus compañeros mientras Tomás sacaba fotos con su tableta para mostrarle a su mamá lo que había hecho. "Este robot puede ser muy útil para limpiar los estanques pero también puede salvar vidas", pensó Tomás emocionado por las posibilidades infinitas de su invento.

Desde ese día, Tomás se convirtió en un defensor apasionado del medio ambiente y comenzó a pensar en nuevas formas de utilizar la tecnología para ayudar a los animales y proteger nuestro planeta.

Y así, gracias a su ingenio y perseverancia, este pequeño inventor demostró que cualquier sueño es posible si trabajamos duro para hacerlo realidad.

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