El secreto del árbol encantado


Había una vez un niño llamado Mateo que paseaba por un hermoso prado repleto de flores de todos los colores.

Mientras caminaba, avistó en el centro del prado un árbol majestuoso con un cartel que decía: "Soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás". Mateo, curioso y emocionado, se acercó al árbol y se preguntó cuáles podrían ser esas palabras mágicas. Decidió probar con una serie de palabras como —"abracadabra"  y —"alakazam" , pero el árbol permanecía inmóvil.

De repente, se le ocurrió una idea. Respiró profundamente y dijo en voz alta: "Con amistad y valentía, este árbol revelará su magia un día".

En ese preciso momento, el árbol empezó a brillar con una luz resplandeciente y de sus ramas brotaron destellos de colores vivos. Mateo estaba asombrado y emocionado al mismo tiempo.

El árbol entonces le habló con una voz suave y amable, revelándole que su magia solo podía ser descubierta por aquellos que poseían un corazón valiente y generoso. Desde ese día, Mateo visitaba el árbol encantado regularmente, compartiendo con él sus alegrías, tristezas y sueños. El árbol se convirtió en su sabio consejero, guiándolo en el camino de la amistad, la valentía y la generosidad.

Juntos, exploraron las maravillas del prado, aprendiendo sobre la belleza de la naturaleza y la importancia de cuidar el medio ambiente.

La amistad entre Mateo y el árbol encantado se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo, quienes aprendieron a valorar la amistad, a ser valientes ante los desafíos y a ser generosos con aquellos que los rodeaban.

Y así, el prado se llenó de risas, juegos y amistades, gracias a la magia del árbol encantado y al corazón noble de Mateo.

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