El secreto del bosque encantado
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, dos hermanos muy traviesos llamados Danisa y Elián. Les encantaba explorar y meterse en problemas juntos.
Un día, mientras jugaban en el bosque, encontraron un viejo mapa que parecía llevar a un tesoro escondido. - ¡Mira, Elián! ¡Encontré este mapa misterioso! - exclamó Danisa emocionada. - ¿Un tesoro? ¡Tenemos que encontrarlo! - respondió Elián con entusiasmo.
Los dos hermanos decidieron seguir el mapa y comenzaron su aventura por el bosque. Pasaron por ríos, cuevas y montañas hasta llegar a una gran roca donde X marcaba el lugar del supuesto tesoro. - Aquí es donde debemos cavar para encontrar el tesoro - dijo Danisa con determinación.
Comenzaron a cavar con sus manos y después de un rato encontraron una caja llena de monedas de oro y piedras preciosas. Estaban tan felices que empezaron a imaginar todo lo que podrían hacer con ese tesoro.
Sin embargo, en ese momento escucharon la voz de un anciano detrás de ellos. Era Don Severino, el dueño del terreno donde estaban buscando. - ¡Vaya, vaya! ¿Qué hacen aquí mis pequeños amigos? - preguntó Don Severino con una sonrisa amable pero firme.
Danisa y Elián se miraron nerviosos sin saber qué decir. Se sentían avergonzados por haber estado cavando sin permiso en la propiedad de alguien más.
- Lo siento mucho señor Severino, solo queríamos buscar un tesoro que encontramos en este mapa - explicó Danisa tímidamente. Don Severino los miró fijamente por un momento antes de soltar una carcajada. Luego les dijo:- No hay problema chicos, entiendo que estaban emocionados por encontrar algo tan especial.
Pero recuerden siempre pedir permiso antes de ingresar a propiedades privadas. Los hermanos asintieron avergonzados pero aliviados de no haber metido la pata demasiado grande esta vez.
Don Severino les permitió quedarse con algunas monedas como recuerdo del día en que buscaron su primer tesoro juntos. Desde ese día, Danisa y Elián aprendieron la importancia de ser respetuosos y pedir permiso antes de entrar en lugares desconocidos.
También descubrieron que la verdadera riqueza no siempre viene en forma de monedas de oro, sino también en experiencias compartidas y lecciones aprendidas juntos. Y así siguieron siendo los hermanos traviesos más queridos de Villa Alegre.
FIN.