El sueño de Mireya y sus amigas


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Mireya. Ella era una niña muy curiosa y soñadora, siempre buscaba nuevas formas de aprender y mejorar su entorno.

Un día, mientras caminaba hacia la escuela junto a sus tres mejores amigas, Laura, Sofía y Valentina, notó que su querida escuelita necesitaba algunas mejoras.

Mireya miró a sus amigas y les dijo con entusiasmo: "Chicas, ¿no creen que nuestra escuela necesita un poco de amor? Podríamos hacer algo para embellecerla". Sus amigas asintieron emocionadas y se pusieron manos a la obra. La primera idea fue crear un huerto escolar. Mireya sabía que podrían cultivar frutas y verduras para compartir con los demás estudiantes.

Con mucha ilusión, buscaron ayuda de los profesores y juntos prepararon el terreno para sembrar las semillas. Cada día regaban las plantitas con cuidado y paciencia.

Un día, mientras trabajaban en el huerto escolar, encontraron unas viejas macetas abandonadas en un rincón del patio. Laura tuvo una brillante idea: transformarlas en coloridas jardineras. Las chicas recolectaron pintura de colores y comenzaron a decorar las macetas con diseños hermosos.

Mientras tanto, Sofía pensó en otra forma creativa de mejorar la escuela: pintando murales inspiradores en las paredes del edificio. Reunieron pinceles, colores vivos y comenzaron a dibujar paisajes llenos de alegría y conocimiento.

Cada mural contaba una historia diferente y transmitía mensajes positivos a todos los estudiantes. Un día, cuando las chicas estaban terminando uno de los murales, un grupo de niños se acercó para admirar su trabajo.

Uno de ellos dijo: "¡Estos murales hacen que nuestra escuela sea aún más especial! ¡Gracias por hacerla tan hermosa!". Las chicas sonrieron felices y se sintieron orgullosas de su trabajo. Pero Mireya sabía que aún había algo más que podían hacer para mejorar la escuela.

Recordó que en la biblioteca no había suficientes libros para todos los estudiantes. Así que junto a sus amigas organizaron una campaña para recolectar libros donados por la comunidad. Pusieron carteles por todo el pueblo y pronto recibieron muchos libros maravillosos.

La directora del colegio, emocionada por todas las mejoras realizadas, decidió organizar una feria en honor al esfuerzo y dedicación de las chicas. La feria fue un éxito total; hubo juegos divertidos, música y mucha alegría.

Todos los padres y vecinos pudieron disfrutar del nuevo huerto escolar, los coloridos murales y la gran variedad de libros disponibles en la biblioteca.

Mireya miraba a su alrededor con una sonrisa enorme en su rostro mientras veía cómo su sueño se había hecho realidad gracias al trabajo en equipo con sus amigas. Comprendió entonces el poder que tienen las ideas creativas y el amor por ayudar a otros. Desde ese día, Mireya nunca dejó de soñar ni buscar formas de mejorar su entorno.

Siempre recordaba lo importante que es trabajar juntos para lograr grandes cosas e inspirar a otros a hacer lo mismo.

Y así, Mireya y sus amigas continuaron dejando una huella positiva en su escuela y en el corazón de todos los que las conocían.

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