El sueño marinero



Había una vez un niño llamado Roberto, quien desde muy pequeño soñaba con convertirse en marinero y navegar por los siete mares.

Cada noche, antes de dormir, imaginaba cómo sería su vida a bordo de un barco y todas las aventuras que viviría. Roberto vivía en un pequeño pueblo costero junto a sus padres y su hermana menor, Martina. Todos los días, después de la escuela, Roberto iba al puerto para observar los barcos que llegaban y partían.

Soñaba con el día en que él también sería uno de esos valientes marineros.

Un día, mientras caminaba por el puerto con su mirada fija en el horizonte, Roberto notó un cartel pegado en la pared de una tienda: "¡Convocatoria abierta para ingresar a la marina!". Su corazón saltó de emoción y corrió hacia su casa para contarle a sus padres la gran noticia.

"¡Papá! ¡Mamá! ¡Encontré mi oportunidad! La marina está buscando nuevos reclutas", exclamó Roberto emocionado. Sus padres lo miraron con cariño y apoyo. Sabían cuánto significaba ese sueño para él. "Roberto, estamos orgullosos de tu determinación.

Si eso es lo que realmente quieres hacer, te apoyaremos en cada paso del camino", dijo su padre con una sonrisa. El siguiente paso era prepararse físicamente para superar las pruebas exigentes de ingreso a la marina.

Roberto comenzó a entrenar todos los días: nadaba largas distancias en el mar, corría por la playa e incluso construyó una pequeña balsa para practicar sus habilidades de navegación. Pasaron los meses y Roberto se había convertido en un joven fuerte y valiente. Estaba listo para enfrentar las pruebas de ingreso a la marina.

El día llegó y, junto con otros aspirantes, Roberto se presentó al examen. Las pruebas eran difíciles; sin embargo, Roberto no se rindió.

Cada vez que sentía cansancio o dudas, recordaba su sueño de navegar por los siete mares y eso le daba fuerzas para seguir adelante. Después de días de exámenes intensos, finalmente llegó el momento de conocer los resultados. Los aspirantes se reunieron en el puerto mientras esperaban ansiosos a que el comandante anunciara quiénes habían sido seleccionados.

"¡Felicidades a todos! ¡Han pasado todas las pruebas con éxito!", exclamó el comandante. "Pero hay uno entre ustedes que ha demostrado una determinación excepcional". El corazón de Roberto latía rápidamente mientras escuchaba atentamente al comandante.

"Roberto, quiero felicitarte personalmente por tu dedicación y esfuerzo. Eres un ejemplo para todos nosotros", dijo el comandante con admiración. Roberto no podía creerlo: había logrado su sueño.

Ahora sería parte de la marina y podría vivir todas las aventuras que siempre había imaginado. A partir de ese día, Roberto navegó por los siete mares como siempre lo soñó. Conoció lugares exóticos, ayudó a rescatar barcos en peligro y aprendió valiosas lecciones sobre trabajo en equipo y disciplina.

Pero lo más importante es que Roberto nunca olvidó de dónde venía y siempre llevó consigo los valores que aprendió en su pequeño pueblo costero.

Cada vez que regresaba a casa, compartía sus experiencias con su familia y amigos, inspirándolos a perseguir sus propios sueños. Y así, Roberto demostró al mundo que con determinación y perseverancia, cualquier sueño puede hacerse realidad.

FIN.

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