El teatro de los sueños



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Aranitas, vivía una niña llamada Jaz. Jaz era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró un teatro abandonado. Jaz decidió entrar al teatro y quedó fascinada por lo que vio.

Las butacas estaban cubiertas de polvo y las telas del escenario estaban desgastadas, pero aún así, Jaz podía imaginar cómo sería ver a todos los actores y actrices actuando en ese lugar mágico. De repente, se escuchó un ruido proveniente del fondo del teatro. Jaz se acercó con cautela y descubrió a una pequeña flor parlante llamada Florinda.

Florinda le explicó a Jaz que ella solía ser la protagonista de todas las obras que se representaban en ese teatro. Pero un día, el dueño del teatro decidió cerrarlo debido a la falta de público.

Desde entonces, Florinda había estado atrapada allí sin poder cumplir su sueño de volver a actuar. Jaz sintió mucha tristeza por Florinda y decidió ayudarla.

Le propuso organizar una función especial para recaudar fondos y así poder reparar el teatro para que todos pudieran disfrutar nuevamente de las obras de arte que allí se representaban. Florinda aceptó emocionada la propuesta de Jaz e inmediatamente comenzaron los preparativos para la función benéfica.

Juntos buscaron entre los habitantes del pueblo talentosos actores y actrices dispuestos a participar en el espectáculo. Jaz se encargó de la dirección y Florinda, con su hermosa voz, sería la protagonista. Ensayaron durante semanas y poco a poco el teatro fue recuperando su antiguo esplendor.

Llegó el día de la función y todo el pueblo se había reunido para apoyar a Jaz y Florinda. Las butacas estaban llenas de personas emocionadas por ver las actuaciones. La función fue un éxito rotundo y lograron recaudar suficiente dinero para reparar completamente el teatro.

Gracias al esfuerzo conjunto de Jaz, Florinda y todos los habitantes del pueblo, el teatro volvió a abrir sus puertas.

Ahora era un lugar lleno de vida donde se representaban obras maravillosas que animaban a todos los niños a seguir sus sueños. Jaz aprendió una valiosa lección: nunca debemos rendirnos ante los obstáculos que encontremos en nuestro camino. Siempre hay una solución si tenemos fe en nosotros mismos y contamos con la ayuda de aquellos que nos rodean.

Desde ese día, Jaz visitaba regularmente el teatro para disfrutar de las funciones junto a Florinda. Ambas sabían que juntas habían logrado algo increíble y eso les daba una gran satisfacción.

Y así, vivieron muchas aventuras más entre risas, música y aplausos en ese pequeño pero mágico rincón llamado Aranitas.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!