El Tesoro de la Amistad
Maria estaba emocionada porque por fin había llegado el día en que se iría de viaje a la playa con su familia.
Habían planeado este viaje desde hace mucho tiempo y ahora era momento de disfrutar del sol, la arena y el mar. Cuando llegaron a la playa, Maria no podía contener su alegría. Se quitó los zapatos y corrió directamente hacia el agua. Mientras chapoteaba en las olas, algo llamó su atención.
A lo lejos, vio a un oso feo sentado solo en la orilla. Maria se acercó con precaución al oso feo y notó que parecía triste. El oso tenía una mirada triste en sus ojos grandes y animals.
Maria decidió que debía ayudarlo de alguna manera. - Hola señor Oso Feo -dijo María amablemente-. ¿Estás bien? El oso feo levantó la cabeza sorprendido por las palabras de María. - No estoy bien -respondió el oso con voz temblorosa-.
Todos me llaman "oso feo" porque no soy tan bonito como los demás osos. Maria sintió mucha empatía por el oso feo. Ella sabía cómo se sentía ser diferente a los demás.
- No te preocupes, señor Oso Feo -dijo María con una sonrisa reconfortante-. La belleza está en el interior de las personas y los osos también. Eres especial tal como eres. El oso feo miró a María con asombro mientras sus lágrimas comenzaban a secarse lentamente.
- Nadie nunca me ha dicho eso antes -murmuró el oso-. Siempre me han hecho sentir mal por ser diferente. Maria sabía que tenía que hacer algo para ayudar al oso feo a encontrar su confianza nuevamente.
Recordó que había un concurso de talentos en la playa esa tarde y decidió inscribir al oso feo.
- Señor Oso Feo, ¿qué tal si te inscribo en el concurso de talentos? Puedes mostrarle a todos lo increíblemente talentoso que eres -propuso María emocionada. El oso feo dudó por un momento, pero luego aceptó la oferta de María. Juntos empezaron a prepararse para el concurso.
Maria le enseñó algunos pasos de baile y el oso feo descubrió que realmente tenía ritmo. También practicaron algunas acrobacias divertidas que harían reír a todos. Llegó la hora del concurso y el oso feo estaba nervioso, pero también emocionado por mostrar su talento.
Cuando subió al escenario, todos quedaron asombrados por su habilidad para bailar y hacer acrobacias. El público aplaudió y vitoreó mientras el oso feo terminaba su presentación. El jurado no pudo resistirse a su carisma y decidieron otorgarle el primer lugar del concurso.
Maria estaba feliz de ver cómo el oso feo había recuperado su confianza y se sentía orgullosa de haberlo ayudado a descubrir sus verdaderos talentos. A partir de ese día, Maria y el Oso Feo se hicieron amigos inseparables.
Pasaban todo el tiempo juntos en la playa, disfrutando del sol, la arena y el mar. Y cada vez que alguien se refería al oso como —"feo" , él respondía con una sonrisa y decía: "No soy feo, solo soy diferente".
Y así, Maria y el Oso Feo demostraron a todos que la verdadera belleza reside en el interior de las personas y que todos somos especiales a nuestra manera.
FIN.