El tesoro de la amistad
Había una vez un hermoso parque en el corazón de la ciudad, lleno de risas y diversión. Los niños solían ir allí todos los días después de la escuela para jugar y pasar tiempo juntos.
Eran amigos inseparables y siempre encontraban alguna aventura emocionante. Un día soleado, Lucas, Sofía, Martín y Valentina se reunieron en el parque con mucha emoción. Sabían que sería un día especial lleno de juegos y risas.
Lucas era el líder del grupo, siempre tenía ideas divertidas para hacer en el parque. "¡Chicos! ¡Tengo una idea genial!" -exclamó Lucas mientras saltaba emocionado-. "Vamos a organizar una búsqueda del tesoro en todo el parque".
Los ojos de los demás niños se iluminaron al instante. Les encantaba la idea de buscar tesoros escondidos por todas partes. "¡Sí! ¡Eso suena increíble!" -dijo Sofía con entusiasmo-. "Pero ¿cómo lo haremos?"Lucas sonrió y sacó un mapa del bolsillo.
Había dibujado un mapa detallado del parque con pistas ocultas que llevarían al tesoro final. "Aquí está el primer acertijo", dijo Lucas mientras señalaba una frase escrita en el mapa: "Donde las flores bailan al viento, encontrarán su primer intento".
Los cuatro amigos comenzaron a correr hacia las flores que estaban cerca del lago. Buscaron entre ellas hasta que Valentina encontró una pequeña caja escondida debajo de una margarita.
Dentro había otra pista que decía: "Donde el sol brilla más fuerte, encontrarán su siguiente aventura". Los niños se dirigieron hacia la zona de juegos del parque. Allí, Martín encontró una caja escondida en el tobogán. "¡Miren! ¡Aquí hay otra pista!" -gritó Martín emocionado-.
"Dice: "Bajo la sombra de los árboles altos, encontrarán algo que les hará saltar"". Siguiendo las indicaciones, los amigos corrieron hacia un grupo de árboles cercanos. Mientras buscaban debajo de ellos, Sofía encontró una cuerda colgando de una rama.
"¡Chicos! ¡Encontré algo genial!" -exclamó Sofía mientras sostenía la cuerda-. "Creo que esto nos llevará al tesoro". Sin perder tiempo, los cuatro amigos siguieron la cuerda hasta llegar a un pequeño claro en el bosque dentro del parque.
Allí descubrieron una vieja caja de madera cubierta de musgo. Con entusiasmo y curiosidad, abrieron la caja y se sorprendieron al encontrar un montón de globos multicolores flotando dentro. "¡Oh wow! ¡Qué increíble!" -dijo Valentina con asombro-.
"¿Esto es nuestro tesoro?"Lucas sonrió y asintió. "Sí, chicos. Este es nuestro tesoro especial: globos llenos de felicidad y alegría" -explicó Lucas-. "Podemos inflarlos y dejar que vuelen por el cielo para compartir nuestra felicidad con todos en el parque".
Los niños estaban encantados con la idea. Inflaron los globos y los soltaron al cielo, viendo cómo flotaban libres y llenaban el aire de color.
Mientras miraban los globos volar, se dieron cuenta de que compartir su felicidad con otros era aún más gratificante que encontrar un tesoro. "¡Esto es increíble!" -dijo Martín emocionado-. "Nosotros hicimos felices a muchas personas en el parque". "Sí" -respondió Sofía sonriendo-.
"Y lo mejor es que todos podemos seguir siendo amigos y hacer felices a más personas todos los días". Desde ese día, Lucas, Sofía, Martín y Valentina siguieron visitando el parque juntos. Siempre encontraban nuevas formas de hacer reír y alegrar a las demás personas en el lugar.
Así, cada tarde en el parque se convirtió en una aventura mágica llena de risas, amistad y mucha felicidad para todos.
FIN.