El Tesoro de la Amistad en Villa Esperanza



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una chica llamada Lujan.

Lujan era una niña muy especial, tenía la piel oscura como el chocolate, unos grandes ojos brillantes detrás de sus anteojos y siempre llevaba consigo una sonrisa radiante. A pesar de que su familia no tenía mucho dinero, Lujan nunca se dejaba vencer por las dificultades de la vida.

El 6 de junio, Lujan cumplió 15 años y decidió que ese día sería diferente a todos los demás. Se levantó temprano por la mañana y salió a pasear por el pueblo con su vestido favorito, saludando a cada persona que se cruzaba en su camino con alegría y entusiasmo.

- ¡Feliz cumpleaños, Lujan! -le decían los vecinos al verla pasar. Llegó al parque del pueblo donde se encontraban sus amigos: Martina, Juan y Tomás. Ellos tenían preparada una sorpresa para Lujan: habían organizado una búsqueda del tesoro por todo el pueblo.

- ¡Feliz cumpleaños, amiga! Hoy vamos a encontrar un tesoro juntos -dijo Martina emocionada. Lujan no podía creer lo emocionante que sonaba aquella aventura.

Los cuatro amigos comenzaron a buscar pistas escondidas en diferentes lugares del pueblo: debajo de bancos en la plaza, detrás de árboles en el bosquecito cercano y hasta dentro de la panadería del señor Carlos.

Después de muchas risas y momentos divertidos, finalmente llegaron al último lugar donde encontrarían el tesoro: el viejo faro abandonado en las afueras del pueblo.

Al llegar allí, descubrieron que el verdadero tesoro no era un cofre lleno de monedas de oro, sino algo mucho más valioso: un mensaje escrito en una botella que decía "La verdadera riqueza está en la amistad y en saber valorarte tal como eres". Lujan sintió cómo las lágrimas brotaban de sus ojos al darse cuenta de lo importante que era sentirse querida por quienes la rodeaban.

Sus amigos le abrazaron fuerte mientras el sol se ponía en el horizonte.

Desde aquel día, Lujan supo que no importaba si era negra, pobre o usaba anteojos; lo único realmente importante era ser fiel a sí misma y rodearse de personas que le quisieran tal como era. Y así fue como la historia de Lujan se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los niños del pueblo, enseñándoles que la verdadera riqueza reside en el corazón y no en las apariencias externas.

Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡por ahora!

FIN.

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