El tesoro del valor


Había una vez un valiente abuelo llamado Chonto, quien solía pasar muchas horas frente al televisor observando las noticias sobre la guerra. A su nieta le encantaba escuchar las emocionantes historias de su abuelo, especialmente aquellas que contaban sus aventuras cuando prestó servicio militar en una zona peligrosa.

Una tarde, su nieta le preguntó: "¿Abuelo, alguna vez tuviste miedo mientras estabas en el ejército?"

El abuelo Chonto la miró con cariño y le respondió: "Claro que sí, mi querida nieta. Todos tenemos miedo en alguna ocasión, pero lo importante es cómo enfrentamos ese miedo. Recuerdo una vez, cuando estaba en una zona muy peligrosa, mis compañeros y yo estábamos nerviosos por lo que sucedía a nuestro alrededor. Pero en lugar de dejarnos vencer por el miedo, decidimos mantenernos unidos y apoyarnos mutuamente. Esa fue la lección más valiosa que aprendí en aquel lugar: el valor de la amistad y el trabajo en equipo".

La nieta quedó impresionada con la historia de su abuelo, pero notó un brillo de determinación en sus ojos. Decidió que quería aprender más sobre el valor y la valentía, así que le pidió a su abuelo que le enseñara más sobre ese tema.

El abuelo Chonto sonrió y dijo: "Tengo una idea. Te llevaré a un lugar muy especial donde encontrarás un tesoro que te enseñará todo sobre el valor".

Al día siguiente, el abuelo y su nieta partieron en un viaje hacia la montaña. Después de caminar durante horas, llegaron a una cima alta donde descubrieron un hermoso paisaje. En ese momento, el abuelo señaló un puente colgante que cruzaba un profundo abismo.

"Ese puente es el tesoro del valor", dijo el abuelo. "El desafío es cruzarlo, pero no será fácil. Tendrás que enfrentar tus temores para lograrlo".

La nieta se sintió nerviosa, pero recordó las historias de valentía de su abuelo. Con determinación, comenzó a cruzar el puente, concentrándose en cada paso que daba. A mitad de camino, el viento soplaba fuerte y el puente se balanceaba, pero la nieta respiró profundamente y siguió adelante, recordando las enseñanzas de su abuelo.

Finalmente, llegó al otro lado del puente, donde el abuelo la esperaba con una sonrisa radiante. "¡Lo lograste! Estoy tan orgulloso de ti", exclamó el abuelo.

La nieta se sintió llena de alegría y orgullo. Había enfrentado su miedo y cruzado el puente, demostrándose a sí misma que también poseía valor y valentía.

Desde ese día, la nieta entendió que el valor no solo se encuentra en los soldados en el campo de batalla, sino también dentro de cada persona que enfrenta sus miedos y desafíos con determinación y coraje. Ella agradeció a su abuelo por enseñarle esa lección invaluable, y juntos regresaron a casa, llevando consigo el tesoro del valor en sus corazones.

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