El Tesoro Perdido de Sofia



En una ciudad no muy lejana, vivían seis amigos inseparables: Martín, Lara, Agustín, Valentina, Tomás y la más pequeña de todos, Sofia. Un día, decidieron jugar a la búsqueda del tesoro en la casa de Sofia. Excitados, los amigos se dispersaron por la casa en busca de pistas que los llevarían al tesoro escondido.

Sofia, emocionada por la idea de encontrar el tesoro, corrió por la casa siguiendo las pistas que encontraba. De repente, se perdió en un rincón oscuro y desconocido. Comenzó a llamar a sus amigos, pero nadie respondía. El miedo se apoderó de ella.

Mientras tanto, sus amigos continuaban buscando pistas, sin darse cuenta de que Sofia ya no estaba con ellos. Después de un rato, se percataron de su ausencia y comenzaron a buscarla desesperadamente. Recorrieron cada rincón de la casa, llamando su nombre una y otra vez, pero no obtenían respuesta.

Finalmente, Martín sugirió que cada uno recordara las pistas que habían encontrado y trataran de pensar como Sofia. Así, empezaron a rastrear las huellas, los rastros y las pistas que habían dejado en el camino. Pronto, encontraron a Sofia agazapada en un rincón, asustada y temerosa.

Lara se acercó a Sofia y la abrazó, reconfortándola. Sofia les contó cómo se había perdido y cómo había tratado de encontrar el camino de regreso, sin éxito. Los amigos se abrazaron con fuerza, aliviados de que Sofia estuviera a salvo. Juntos, regresaron a la sala de estar y, sumando las pistas que cada uno tenía, resolvieron el acertijo final que los llevó al tesoro escondido detrás de un viejo cuadro.

La lección que aprendieron aquel día fue que, cuando uno se pierde, no hay que tener miedo de pedir ayuda. Juntos, lograron superar el desafío y, más importante aún, fortalecieron su amistad.

FIN.

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