El tren de los sueños



Era un hermoso día soleado, y el tren que viajaba de Buenos Aires a Bariloche llenaba sus vagones con risas y sueños. Entre los pasajeros, dos personas se sentaron juntas: una niña llamada Lila, con su mochila llena de cuentos, y un anciano llamado Don Pedro, que llevaba consigo un cuaderno de dibujos.

Lila miró por la ventana y vio las montañas alejándose.

"¡Qué hermoso paisaje!" - exclamó entusiasmada.

Don Pedro sonrió, y con una voz suave le respondió: "Sí, querida. La naturaleza es nuestra mejor maestra. Cada montaña, cada río tiene una historia que contar. ¿Te gustaría inventar una historia juntos mientras viajamos?"

Lila asintió con energía, y así empezó una aventura inesperada.

Don Pedro sugirió que cada uno inventara un personaje. "Yo quiero que tu personaje sea una mariposa que puede hablar. Se llama Sol, y vive en un hermoso jardín donde las flores nunca se marchitan."

"¡Me encanta! Y mi personaje le dirá a Sol que debe salir a volar más lejos, hacia el mundo. Pero, ¿qué le pasará en su aventura?" - preguntó Lila, sus ojos brillando de emoción.

Don Pedro pensó por un momento y agregó: "Mientras vuela, Sol se encuentra con un pájaro triste que no puede cantar. Él le cuenta que ha perdido su voz."

Ambos empezaron a dibujar y a escribir lo que imaginaban. Por un momento, Lila olvidó que estaban en un tren, y comenzó a soñar con su historia mientras el tren avanzaba. Pero de repente, el tren comenzó a temblar y los pasajeros se miraron nerviosos.

"¿Qué pasa?" - preguntó Lila con preocupación.

Don Pedro la tranquilizó. "No te preocupes, pequeña. A veces los trenes pasan por tramos difíciles. Haremos una pausa en nuestra historia y observaremos lo que sucede."

Después de todo, el tren se detuvo en una pequeña estación. Los pasajeros comenzaron a bajar, pero en medio de la confusión, Lila notó que una niña había dejado caer su peluche.

"¡Mirá, Don Pedro!" - dijo Lila, apuntando al peluche.

"Es un momento perfecto para ayudar, Lila. ¿Quieres regresar el peluche?" - le preguntó el anciano, sonriendo.

"¡Sí!" - gritó ella, y corrió hacia la niña, entregándole su peluche mientras la otra niña sonreía radiante. "¡Gracias! Eres muy amable."

Cuando Lila volvió con Don Pedro, él la miró orgulloso. "Has sido una gran heroína. Así como Sol ayuda al pájaro triste en nuestra historia, tú ayudaste a esa niña."

Ambos volvieron a sus asientos cuando el tren reanudó su viaje. Lila era ahora la narradora de la historia. "Cuando Sol ayudó al pájaro triste, descubrió que él podía cantar de nuevo gracias a su amistad. Y juntos decidieron volar hacia otros jardines para ayudar a más animales."

Don Pedro se unió a la historia. "Y en su camino, encontraron un bosque encantado donde las plantas hablaban. Cada planta le enseñó a Sol y al pájaro algo nuevo: a ser generosos, a cuidar de los demás y a valorar la amistad."

Lila sonreía, encantada con la dirección de la historia. "¡Eso es! Y cuando regresaron a su jardín, Sol y el pájaro decidieron que organizarían un gran festival con todos sus amigos, donde cantarían y contarían las historias que habían aprendido."

El tren finalmente llegó a su destino, y Lila miró el paisaje con mucha ilusión. "Voy a contarle esta historia a todos mis amigos. Se trata de ayudar y ser valientes."

Don Pedro la miró con ternura. "Siempre recuerda, Lila, que aunque el camino sea difícil, la bondad y la amistad siempre nos llevarán a los lugares más bellos."

Con una gran sonrisa, Lila se despidió de Don Pedro. "Gracias, Don Pedro. Nunca olvidaré esta aventura. ¡Hasta pronto!"

Mientras el tren se alejaba, ambas chispas de amistosa colaboración seguían vivas en sus corazones. La historia de Sol, el pájaro y la amistad seguiría viva en la mente de Lila, recordándole siempre que ayudar a los demás siempre traería un rayo de luz en los momentos más oscuros. Y así, cada viaje puede convertirse en una admirable aventura.

FIN.

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