El Último Deseo del Camello



En un desolado desierto, donde la arena dorada brillaba bajo el fuerte sol, vivía un camello llamado Kimo. Kimo era un camello soñador que anhelaba un día en el que el cielo llorara de alegría y la lluvia refrescara la árida superficie del desierto. Cada tarde, Kimo miraba al horizonte, esperando ver algunas nubes grises que trajeran consigo la tan deseada lluvia.

Un día, mientras Kimo paseaba, se encontró con su amiga la Tortuga, que se movía lentamente por la arena.

"Hola, Kimo! ¿Por qué tan serio?" - preguntó la Tortuga, curiosa.

"Tortuguita, me gustaría tanto ver llover en este desierto. ¡Todo sería más bonito y fresco!" - suspiró Kimo.

"Tal vez, si hacemos un deseo juntos, la lluvia venga más pronto" - sugirió la Tortuga.

Kimo se emocionó con la idea y ambos comenzaron a pensar muy fuerte en su deseo. Sin embargo, el sol continuaba brillando, y el desierto permanecía seco como un pan duro.

Un par de días después, Kimo se dirigía al oasis más cercano para beber agua. En el camino, conoció a un viejo búho que estaba posado sobre una cactus.

"¡Hola, amigo camello!" - dijo el búho, misterioso.

"¡Hola, señor búho! Estoy triste porque no puedo dejar de pensar en la lluvia que quiero ver en el desierto" - confesó Kimo.

"La lluvia es caprichosa, joven camello. Pero también depende de nosotros hacer algo al respecto" - respondió el búho, saliendo de su enigmático silencio.

Intrigado por las palabras del búho, Kimo se despidió y siguió su camino, meditando sobre lo que había escuchado. ¿Qué podía hacer él para traer la lluvia?

Al regresar al lugar donde vivía, decidió que no se rendiría. Si la lluvia no vendría a él, entonces él iría a buscarla. Al día siguiente, tomó su mochila y se adentró en el desierto, dispuesto a encontrar la famosa Isla de las Nubes, un lugar que había escuchado en cuentos de otros animales.

"Si existe, tendré que encontrarla y pedir la lluvia" - pensó Kimo mientras avanzaba.

Pasaron días y noches, y Kimo se sintió agotado pero nunca perdió la esperanza. Conoció a muchos animales en su camino: sus amigos el Lobo, la Serpiente y el Zorro, quienes se unieron a su búsqueda.

"¿Por qué buscas la Isla de las Nubes, Kimo?" - preguntó el Zorro, curioso.

"Porque quiero que todos en este desierto puedan disfrutar de la lluvia y vivir en un lugar más fresco y feliz" - respondió Kimo, recordando a su amiga la Tortuga.

Finalmente, después de una larga travesía, Kimo y sus amigos llegaron a una colina. Desde allí, vieron algo increíble: nubes oscuras que empezaban a formarse en el horizonte. ¡Habían encontrado la Isla de las Nubes!"¡Mirá!" - gritó Kimo emocionado. "¡Parece que nuestra búsqueda valió la pena!"

Todos los animales saltaron de alegría, pero Kimo no se quedó ahí. Con todas sus fuerzas, levantó su cabeza al cielo y gritó:

"¡Por favor, traenos la lluvia! ¡Queremos un desierto hermoso!"

De pronto, el cielo comenzó a tronar y las nubes empezaron a soltar gotas de agua. Al principio, fueron solo unas pocas, pero en un instante, se convirtió en un aguacero impresionante. Todos los animales bailaron, saltaron y gritaron de felicidad mientras la tierra pedía a gritos este regalo.

Cuando la lluvia terminó, el desierto había cambiado completamente. La arena había tomado un color más vibrante, las flores comenzaron a brotar por todos lados, y los animales sonreían con alegría.

"¡Lo logramos, Kimo! “ - dijo la Tortuga, que había llegado junto a otros animales que querían unirse a la celebración.

Kimo se sintió lleno de felicidad al ver que su deseo se había cumplido. No solo había llovido, sino que por primera vez, pudo compartir ese momento con todos sus amigos.

"No se necesitaba sólo un deseo, sino también un esfuerzo colectivo" - reflexionó Kimo en voz alta, mirando a todos.

Y así, el desierto ya no era desolado. Se convirtió en un lugar lleno de vida, donde todos aprendieron que a veces, para que algo suceda, lo más importante es trabajar juntos y nunca perder la esperanza.

Kimo, el camello soñador, siempre recordará que incluso en los momentos más secos, la unión y la perseverancia pueden traer lluvias de felicidad.

FIN.

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