El Valor de la Amistad



Había una vez un niño llamado Tomás, que estudiaba en una escuela del barrio. Tomás era un chico muy amable, con una gran pasión por los libros y la naturaleza, pero había un problema: algunos de sus compañeros, liderados por un niño llamado Lucas, no paraban de molestarlo. Lucas y su grupo se reían de Tomás, lo empujaban en el patio y siempre hacían comentarios hirientes sobre su forma de ser.

Un día, cansado de la situación, Tomás decidió acudir a su profesora, la señora Marta.

"Señora Marta, los chicos me están molestando mucho en el patio y no sé qué hacer" - le contó Tomás, con la voz temblorosa.

"Tomás, es muy importante que hables sobre esto. No estás solo, y siempre es bueno pedir ayuda" - le respondió la señora Marta, acariciándole el hombro con cariño.

Tomás, luego de hablar con la profesora, se sintió un poco mejor, pero aún así, los maltratos continuaban. Un día, después de la escuela, se encontró con una niña llamada Sofía, quien solía observar desde lejos lo que sucedía.

"Hola, Tomás. Vi lo que te hicieron hoy. No está bien que te traten así" - dijo Sofía, con una voz suave.

"Gracias, Sofía. Pero no sé cómo hacer que paren" - respondió Tomás, sintiéndose un poco confiado.

Sofía pensó un instante y dijo:

"Tal vez podamos encontrar una manera de mostrarles lo que se siente ser maltratado. ¿Qué te parece si hacemos un mural?"

Intrigado, Tomás preguntó:

"¿Un mural?"

"Sí, un mural que hable sobre la amistad y el respeto. Invitemos a todos a participar" - sugirió Sofía.

Emocionados, Tomás y Sofía comenzaron a trabajar en su proyecto. Invitaron a otros compañeros a unirse, incluyendo a aquellos que habían molestado a Tomás. Cuando escucharon sobre el mural, algunos se mostraron escépticos, pero otros se entusiasmaron al escuchar sobre la idea de hablar de la amistad.

"Esto puede ser divertido, ¿por qué no?" - dijo uno de los chicos que solía burlarse de Tomás.

Finalmente, el día de la creación del mural llegó. Todos llevaron pinceles, pinturas y muchas ganas de expresar sus sentimientos. Mientras pintaban, Tomás se dio cuenta de que incluso aquellos que lo habían molestado comenzaron a trabajar para algo más grande y significativo.

"La amistad es importante, porque nos hace sentir bien. Todos deberíamos respetarnos más y ser amables" - decía un compañero mientras pintaba un sol radiante.

El mural fue tomando forma, lleno de colores y mensajes positivos. Al finalizar, todos se pararon frente a la obra.

"¡Es hermoso!" - exclamó Sofía, con una gran sonrisa.

"Sí, lo hicimos juntos" - dijo Tomás, sintiéndose lleno de orgullo.

Aquella obra se convirtió en un símbolo de unión en la escuela. Al ver lo que habían creado, muchos se dieron cuenta de que no solo habían aprendido sobre la amistad, sino también sobre la importancia de ser amables. Los insultos y las burlas comenzaron a disminuir y, a medida que pasaba el tiempo, Tomás empezó a hacer nuevos amigos.

Un día, Lucas se acercó a Tomás.

"Oye, Tomás. Me gustaría disculparme por lo que hice. A partir de ahora, quiero ser tu amigo".

Tomás, un poco sorprendido pero valiente, sonrió y respondió:

"Gracias, Lucas. También creo que podemos ser amigos".

Desde ese día, la escuela se volvió un lugar mejor. Todos aprendieron que la amistad se construye con respeto, y Tomás nunca volvió a sentirse solo. La broma y el maltrato habían sido reemplazados por risas y juegos, y el mural se convirtió en un recordatorio constante de lo que habían logrado juntos.

Y así, con valor y amistad, Tomás transformó su mundo.

FIN.

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