El valor de la amistad en el parque



Era un hermoso día soleado en el parque. Dos amigos, Juan y Lucas, estaban disfrutando de un día lleno de risas y juegos. Juan, con su energía infinita, corría de un lado a otro, mientras que Lucas lo seguía, un poco más cauteloso.

"¡Vamos, Lucas! Vení a jugar al tobogán!" - gritó Juan, saltando de alegría.

"Un toque, Juan. No quiero caerme..." - respondió Lucas, con un poco de miedo.

Pero Juan no escuchaba. Se lanzó al tobogán y luego corrió hacia una estructura de trepa.

"¡Mirá cómo subo!" - exclama Juan, emocionado.

Como un rayo, comenzó a escalar, pero de repente, uno de los peldaños se movió. Juan perdió el equilibrio y... ¡plaf! Se cayó de espaldas, golpeándose la cabeza contra el suelo.

"¡Ay, no!" - gritó Lucas, viendo caer a su amigo.

Corrió hacia él, con el corazón latiendo rápido.

"¡Juan! ¿Estás bien?" - preguntó Lucas, realmente preocupado.

Juan trató de levantarse, pero sentía un dolor en la cabeza.

"No sé... creo que me duele un poco. Pero estoy bien..." - dijo Juan, intentando sonreír.

Lucas, al ver que Juan no estaba como antes, de inmediato recordó lo que su mamá siempre le decía:

"Cuando alguien se lastima, hay que llamar a un adulto. Voy a buscar a mi mamá." - dijo Lucas, serio.

Corrió hasta donde estaban los bancos y llamó a su mamá que estaba sentada con un grupo de otros padres.

"¡Mamá! ¡Juan se cayó! Se golpeó la cabeza y no se siente bien!" - exclamó Lucas, con voz entrecortada.

La mamá de Lucas, que era muy atenta, se levantó enseguida y fue corriendo hacia donde estaban los chicos.

"Juan, ¿qué te pasó?" - preguntó, acercándose rápido pero tranquila.

"Me caí..." - admitió Juan, con los ojos un poco vidriosos y sintiendo un poco de vergüenza.

"No te preocupes. Es normal caerse cuando jugamos. Pero es importante que te revisemos. Vamos a buscar a la enfermera del parque." - le dijo la mamá de Lucas, con una sonrisa reconfortante.

Lucas se quedó al lado de su amigo mientras la mamá lo llevaba a la enfermera.

"No, no quiero ir. Estoy bien. No pasa nada..." - decía Juan, un poco asustado.

"Es mejor prevenir que lamentar. La enfermera solo va a mirarte." - le respondió su madre, y luego, a Lucas: "¿Estás bien, hijo?"

"Sí, un poco asustado por mi amigo..." - contestó Lucas, sintiendo la responsabilidad de cuidar a su amigo.

Cuando llegaron con la enfermera, ella les sonrió y los tranquilizó.

"Hola, chicos. ¿Qué pasó?" - preguntó la enfermera amable.

"Juan se cayó y se golpeó la cabeza," - explicó Lucas, sin dejar de mirar a su amigo.

"No te preocupes, Juan. Vamos a revisar un poco. ¿Cuál fue la última vez que usaste el casco cuando jugabas?" - bromeó la enfermera, mientras revisaba a Juan.

Juan sonrió, acordándose de cómo su mamá siempre le decía que usara el casco.

"Nunca lo uso..." - admitió con un guiño ruega de Lucas.

Luego de unos minutos, la enfermera dijo:

"Eres un chico muy valiente. Solo tienes un pequeño golpe. Necesitas descansar un rato, pero no es nada grave. ¡Y recuerda usar el casco la próxima vez!" - les dijo en tono juguetón.

Juan se sintió aliviado. Chocó los cinco con Lucas.

"Gracias, amigo. No sé qué haría sin vos. Prometo que usaré el casco de ahora en adelante." - dijo con una sonrisa amplia.

"¡Genial! Y quizás podríamos inventar un juego donde usemos cascos!" - sugirió Lucas, contento por la actitud de su amigo.

Así fue como Juan y Lucas se hicieron un pacto de protección. Prometieron usar cascos mientras jugaban y ayudar a los demás si se lastimaban.

Desde ese día, no solo descubrieron la importancia de cuidar a sus amigos, sino que también aprendieron que, aunque hay momentos difíciles, la amistad y la responsabilidad pueden convertir cualquier golpe en una gran historia. Y así, entre risas y juegos, se convirtieron en los mejores cuidadores del parque.

FIN.

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