El Viaje de Sofía
Sofía era una nena de doce años que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Como muchos de sus amigos, estaba comenzando a enfrentar los cambios de la pubertad. La cabeza le daba vueltas a veces, especialmente cuando escuchaba a sus compañeros hablar sobre cómo les estaba cambiando la voz, o cómo el cuerpo de las chicas comenzaba a transformarse. Ella, sin embargo, aún se sentía como una niña.
Un día, mientras paseaba por el bosque después del colegio, se encontró con su amiga Valen.
"¡Hola, Sofi! ¿Te parece si vamos al río?" - dijo Valen, con una gran sonrisa.
"¡Sí! Pero… estoy un poco nerviosa por lo que dicen sobre crecer, no sé si estoy lista para eso" - contestó Sofía, mirando al suelo.
"No te preocupes tanto. Crecer es parte de la aventura. Lo mejor es disfrutar el viaje, como un gran juego" - respondió Valen, mientras corrían hacia el río.
Al llegar, se sentaron en la orilla y comenzaron a hablar sobre sus sueños. Sofía confesó su deseo de ser artista.
"Quiero pintar un mural gigante en el colegio, algo que inspire a todos" - dijo emocionada.
"¡Eso suena increíble! Pero, ¿estás segura de que la gente le dará pelota?" - preguntó Valen.
"No lo sé, a veces pienso que no soy lo suficientemente buena" - admitió Sofía, sintiendo una punzada de inseguridad.
"Todos nos sentimos así a veces. Pero si no lo intentás, nunca vas a saberlo. ¡Vamos a hacerlo juntas!" - animó Valen.
Sofía sintió que la confianza comenzaba a crecer en su interior. Así que, con el apoyo de su amiga, decidió que ese mural iba a ser su proyecto de verano.
Ambas empezaron a reunir las pinturas y a planificar el diseño. Mientras más trabajaba en el proyecto, Sofía observaba que los cambios en su cuerpo comenzaban a reflejarse en su confianza. Se sentía inspirada y empezaba a creer en su propio talento. Sin embargo, un día, un grupo de chicos la vio pintando y uno de ellos dijo:
"¡Mirá, ahí está Sofía con sus colores! ¡Eso nunca va a ser arte!".
Sofía sintió que su corazón se encogía. Se molestó y pensó que tal vez tenían razón.
"¿Sabés qué? No les des bola. Ellos no entienden lo que es crear algo" - la alentó Valen.
"Tenés razón. Pero me lastima, a veces me siento como si no encajara" - respondió Sofía, mirando el río.
Valen, con más determinación que nunca, le dijo: "Quiero que sepas que tenés un talento único, y eso es lo más importante. Lo que piensen los demás no debería frenarte. Vamos a seguir. ¡Quiero ver cómo ese mural cobra vida!".
Animada por las palabras de Valen, Sofía decidió redoblar esfuerzos. Cuanto más se concentraba en el mural, más confiada se sentía. Empezó a invitar a otros chicos a participar y, para su sorpresa, varios se unieron.
Llegó el día de la inauguración del mural, y Sofía estaba nerviosa. La multitud de amigos y familiares comenzó a llegar.
"¿Estás lista, Sofi?" - preguntó Valen, asomándose al escenario improvisado.
"No sé... ¿y si a nadie le gusta?" - respondió Sofía, sintiendo mariposas en el estómago.
"No importa si les gusta o no. Lo que importa es que es tu obra, y refleja quién sos" - dijo Valen, dándole una palmadita en la espalda.
Finalmente, Sofía tomó una respiración profunda y salió frente a todos. Cuando la gente empezó a ver el mural, sus corazones se llenaron de asombro y alegría. n"¡Es hermoso!" - exclamaron.
Sofía sintió que la confianza que había encontrado en el camino se disparó. Las palabras de apoyo la llenaron de energía y al final de la jornada, recibió elogios no sólo por el mural, sino también por su valentía al compartir su arte.
A través de ese camino, Sofía aprendió que crecer no es solo un desafío, sino también una oportunidad para mostrar al mundo quién eres realmente y que no necesitas la aprobación de nadie para brillar.
"Gracias, Valen. No podría haberlo logrado sin vos" - dijo Sofía mientras abrazaban a su amiga.
"¡Siempre estaré a tu lado!" - respondió Valen, sonriendo.
Desde ese día, Sofía ya no temía los cambios que venían con la pubertad; al contrario, los abrazó como una nueva aventura hacia su futuro.
FIN.