El viaje del mago Azulito
Había una vez en un lejano reino mágico, un mago llamado Azulito.
Azulito era único entre todos los magos, ya que desde que era un bebé había sido hechizado con un extraño conjuro que lo hacía tener la piel de color azul brillante. A pesar de ser muy habilidoso en las artes mágicas y ser querido por todos en el reino, Azulito se sentía triste por su aspecto diferente.
Siempre había deseado curarse de ese tono azulado que lo acompañaba a todas partes. Un día decidió emprender un viaje en busca de una cura para su extraña enfermedad.
Recorrió valles encantados, cruzó bosques llenos de criaturas mágicas y escaló montañas nevadas hasta llegar a la morada de la poderosa hada Madrina.
Azulito le explicó su situación y la hada, conmovida por su historia, le dijo: "Para romper el hechizo que te convirtió en azul, deberás encontrar la flor del cristal encantado que solo florece una vez cada cien años en lo más alto de la Montaña Prohibida". Sin dudarlo ni un segundo, Azulito partió hacia la Montaña Prohibida.
En su camino se encontró con nuevos amigos como el duende Risueño y la hada Destellita, quienes lo ayudaron a sortear peligros y desafíos.
Al fin llegaron a la cima de la montaña y allí estaba, resplandeciente bajo la luz de la luna llena: ¡la flor del cristal encantado! Pero justo cuando Azulito extendió su mano para tomarla, apareció el malvado brujo Oscurox. "¡No dejaré que rompas ese hechizo tan fácilmente!", gritó el brujo con voz amenazante.
Azulito se armó de valor y recordando todo lo aprendido durante su viaje enfrentó al brujo Oscurox en una épica batalla mágica. Con ingenio y valentía logró derrotarlo haciendo uso de sus mejores hechizos.
Finalmente tomó la flor del cristal encantado entre sus manos temblorosas y pronunciando unas palabras mágicas vio cómo lentamente su piel azul brillante empezaba a desvanecerse hasta revelar su verdadero tono natural. ¡Por fin había conseguido curarse! Regresó triunfante al reino donde fue recibido con alegría y celebración.
Todos admiraban no solo su nueva apariencia sino también el coraje demostrado durante su aventura. Desde entonces, Azulito siguió practicando magia pero esta vez para ayudar a otros en apuros, demostrando que lo importante no es cómo lucimos por fuera sino las acciones nobles que realizamos cada día.
Y así vivieron felices para siempre compartiendo enseñanzas sobre aceptación e igualdad para todos los habitantes del reino mágico.
FIN.