El Viaje Estelar de Lucas



Era una noche estrellada, y Lucas, un niño de diez años con una enorme imaginación, miraba las estrellas desde su ventana. En su habitación, había confeccionado una nave espacial hecha de cartón y papel de colores. Su corazón empezaba a latir con fuerza cuando, de repente, se quedó dormido entre sueños.

En el sueño, la nave de Lucas cobró vida. Con un zumbido suave, comenzó a elevarse del suelo, atravesando las nubes. "¡Vamos, nave!" - dijo Lucas con emoción. La nave voló hacia el cielo, dejando atrás la Tierra, la ciudad y su casa.

Pronto, Lucas se encontró en una galaxia llena de colores brillantes y extrañas constelaciones. A su alrededor, planetas giraban en desorden, cada uno con un brillo único. "¡Mirá ese planeta azul!" - exclamó Lucas, señalando un globo de un azul profundo que brillaba intensamente.

La nave aterrizó suavemente en el planeta. Lucas abrió la puerta y salió, maravillándose ante un paisaje surrealista: árboles de caramelo, montañas de algodón de azúcar y un cielo que cambiaba de color. Allí, conoció a unas criaturas adorables, pequeñas y peluditas, que se movían en grupo.

"¡Hola! ¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Lucas, mientras se acercaba. Las criaturas lo rodearon y le respondieron con saltos y risitas, comunicándose en un lenguaje que solo él podía entender. Era un idioma de risas y gestos.

Al poco tiempo, una de ellas, que parecía la más anciana, se acercó a Lucas y le mostró un cristal brillante. A medida que lo miraba, comenzó a ver visiones de diferentes planetas. Cada uno era más sorprendente que el anterior: uno cubierto de flores que cantaban, otro donde las montañas cada vez más altas parecían tocar las estrellas.

Lucas sonrió y, con la ayuda de sus nuevos amigos, emprendió un nuevo viaje hacia el planeta de las flores cantantes. Mientras volaban, el anciano de las criaturas le indicó que debía ser cuidadoso. "¡Cuidado!" - dijo haciendo un gesto amplio con sus patas.

Justo en ese momento, un gran agujero negro apareció en su camino. Con rapidez, Lucas maniobró la nave y logró rodear el peligro. "Pudimos hacerlo juntos, amigos!" - aplaudió Lucas, sintiéndose valiente y agradecido por tenerlos a su lado.

Finalmente, aterrizaron en el planeta de las flores, organizando una fiesta llena de música y baile con sus nuevos amigos. Lucas se divirtió como nunca, explorando y riendo. Pero justo cuando se estaba divirtiendo más, sintió un suave tirón que lo llevó de regreso a su nave.

"Es hora de volver, Lucas!" - escuchó una voz suave que emanaba del cristal que le habían dado. Sin dudarlo, subió a la nave y voló de regreso. Mientras se alejaba, las criaturas lo saludaban efusivamente, prometiendo que siempre serían sus amigos, no importaba dónde estuviese en el universo.

De un salto, la nave aterrizó y Lucas se despertó en su cama, con la luz del sol entrando por la ventana. "Fue solo un sueño", pensó mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Pero en su mano, encontró el cristal brillante que había traído de su aventura en el espacio. Lucas miró a su ventana, lleno de alegría y gratitud, sabiendo que la aventura en el espacio siempre viviría en su corazón y que la imaginación lo podía llevar a donde él quisiese.

FIN.

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