El Zapato de Cristal



Había una vez, en un lejano reino, un príncipe llamado Edgar. Vivía junto a su madre, la reina, en un hermoso palacio.

En ese mismo reino, había una joven y valiente muchacha llamada Cenicienta, quien trabajaba arduamente como sirvienta en el palacio de la reina. Un día, la reina organizó un gran baile en honor al cumpleaños del príncipe Edgar. Todas las jóvenes del reino fueron invitadas y Cenicienta no era la excepción.

A pesar de su cansancio y tristeza por no poder asistir a tan grandioso evento como una dama más que merecía serlo, ella decidió darle una oportunidad a la vida y se preparó con mucho esmero para el baile.

Cuando llegó el anhelado día, Cenicienta lucía radiante con su hermoso vestido azul y sus zapatillas de cristal. Al entrar al salón principal del palacio, sus ojos se encontraron con los del príncipe Edgar; fue amor a primera vista.

Juntos comenzaron a bailar sin dejar de sonreír. El tiempo pasó volando mientras ambos disfrutaban cada segundo juntos. Pero de repente, las campanadas del imponente reloj anunciaron que eran las doce de la noche.

Asustada por lo que pudiera pasar si alguien descubría su verdadera identidad como humilde sirvienta, Cenicienta se apresuró a salir corriendo del salón. En medio de su huida precipitada por las escaleras del palacio, Cenicienta perdió una de sus zapatillas de cristal.

El príncipe Edgar, al darse cuenta de su ausencia, la siguió intentando alcanzarla, pero ya era demasiado tarde.

El siguiente día, el príncipe decidió buscar a la dueña de aquel zapato perdido con el fin de encontrar a la misteriosa joven que le había robado el corazón. Así comenzó la búsqueda en todo el reino. Todas las jóvenes intentaron calzarse el zapato, pero ninguna lograba hacerlo encajar perfectamente. Hasta que llegó el turno de Cenicienta.

Ella estaba segura de que aquel zapato era suyo y se acercó al príncipe con determinación. Al probarse la zapatilla, esta se ajustó perfectamente a su pie. La emoción invadió a todos los presentes mientras Cenicienta sonreía tímidamente.

El príncipe Edgar quedó maravillado por la valentía y belleza de Cenicienta, tanto por dentro como por fuera. Sin pensarlo dos veces, le pidió que se casara con él y ella aceptó encantada.

A partir de ese momento, Cenicienta dejó atrás su vida llena de dificultades y tristeza para convertirse en una princesa amada por todos en el reino. Junto al príncipe Edgar reinaron con sabiduría y justicia, siempre dispuestos a ayudar a quienes más lo necesitaban.

La historia de Cenicienta es un recordatorio para todos nosotros sobre la importancia del valor y la perseverancia ante las adversidades. Nos enseña que nunca debemos dejar que las circunstancias nos definan, sino que somos capaces de crear nuestro propio destino y alcanzar nuestros sueños.

Y así, vivieron felices para siempre, inspirando a todos los niños y niñas del reino a nunca rendirse ante las dificultades y luchar por sus deseos más profundos.

Porque, como dice el dicho: "Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana". Y en cada ventana hay oportunidades esperando ser descubiertas.

FIN.

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