En busca de la verdadera felicidad



En un pequeño pueblo llamado Villa Alegre vivía Mariangel, una niña de 4 años con cabello ondulado y ojos grandes que siempre estaban llenos de alegría y sueños.

Desde que abría sus ojitos por la mañana, ya estaba pensando en todas las aventuras que le esperaban ese día. Un día, Mariangel se despertó con una sonrisa enorme en su rostro, ¡era el día antes de su cumpleaños! Estaba tan emocionada que no podía parar quieta en la cama.

Se levantó de un salto y corrió a desayunar para contarle a su mamá todo lo que había estado planeando para su gran día.

"Mamá, mamá, ¿puedo invitar a todos mis amigos de la escuela a mi fiesta de cumpleaños? Quiero bailar y jugar con ellos todo el día", dijo Mariangel emocionada. Su mamá asintió con una sonrisa tierna y le dijo: "¡Por supuesto, mi niña! Será una fiesta inolvidable".

Mariangel brincaba de felicidad pensando en todos los juegos y bailes que iban a hacer juntos. Pero algo faltaba en su corazón: ¡un perrito! Desde hacía tiempo deseaba tener uno al que llamar Chloe, como había decidido desde hacía meses.

Esa misma tarde, mientras paseaba por el parque con su mamá, vio a un perrito abandonado cerca del lago. Sin dudarlo un segundo, corrió hacia él y lo abrazó con ternura. El perrito movió la cola feliz al sentir el cariño de Mariangel.

"¡Mamá, mamá! ¿Podemos llevarlo a casa? Por favor", suplicó Mariangel con ojitos brillantes. Su mamá no pudo resistirse a esa carita tan tierna y aceptó llevar al perrito a casa.

Desde ese momento, Chloe se convirtió en parte de la familia y Mariangel estaba más feliz que nunca. Llegó finalmente el día del cumpleaños de Mariangel. La casa estaba llena de risas, música y alegría. Todos sus amigos habían venido a celebrar junto a ella este día tan especial.

Bailaron hasta cansarse, jugaron sin parar y compartieron momentos inolvidables juntos.

Al finalizar la fiesta, cuando sopló las velitas de su torta rodeada de sus seres queridos, Mariangel cerró los ojos y formuló un último deseo en silencio: "Que todos los días sean tan felices como hoy". Y así fue como Mariangel aprendió que la verdadera felicidad está en compartir momentos especiales con quienes más quieres y en cuidar y querer a aquellos que te necesitan.

Y es que cuando se tiene amor en el corazón como ella lo tenía por Chloe; cualquier sueño puede volverse realidad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!