Esteban y la Aventura del Valor



Esteban era un niño de diez años que vivía en un barrio lleno de colores y risas. Tenía una mamá muy cariñosa, un papá que siempre jugaba con él y una hermana mayor llamada Sofía que era su mejor amiga. Sin embargo, había algo que siempre lo mantenía un poco apagado: su baja autoestima.

Un día, mientras Esteban estaba sentado en el patio de su casa, Sofía se acercó con una caja de colores y un bloc de dibujo.

"¡Esteban! Vamos a dibujar el mural más grande del mundo en la pared del garage, ¿te parece?" - dijo con una sonrisa.

"No sé, Sofía... seguro que no me va a salir bien..." - respondió con voz apagada.

"Vamos, solo divirtámonos, y si no te gusta, ¡lo borramos!" - insistió Sofía, cogiendo un color rojo. Esteban dudó, pero finalmente aceptó. Se unieron al garaje y comenzaron a dibujar un sol, un arcoíris y unos extraños animales.

A medida que dibujaban, se sumó su mamá que, al verlos, también quiso aportar.

"¡Oh, qué hermoso! Pongan aquí una nube para que el arcoíris tenga compañía" - sugirió ella mientras les pasaba un color azul.

Todos se divirtieron y la pared pronto tomó vida. Sin embargo, a pesar de todos los colores y risas, Esteban seguía sintiendo que sus dibujos no eran lo suficientemente buenos.

Al día siguiente, su papá apareció con un plano de la competencia de arte del barrio.

"Esteban, ¡esto es genial! Te anotaré, ¡tienes que mostrarle a todos tu talento!" - dijo emocionado.

"Ay, papá... no creo que sea una buena idea, no puedo dibujar como los demás..." - murmuró, sintiéndose pequeño.

Su papá, con paciencia, lo abrazó y le dijo:

"El arte no se trata de ser perfecto, se trata de expresarte y disfrutarlo. Aunque no ganes, habrás hecho algo único y eso es lo que importa."

Justo entonces, Sofía interrumpió lo que estaba sonando muy serio:

"Eso es cierto. Recuerda la vez que hiciste un monstruo genial en la clase de arte y todos aplaudieron. Cada uno tiene su propio estilo. ¡Yo no sé hacer sombras y vos sí!"

Esteban sonrió un poco, recordando los aplausos de sus compañeros. Pero aún así, no se sentía listo para participar.

Finalmente, después de varios días de pensar, un sábado soleado, decidió que quería ir a la competencia. Con el apoyo de su familia, se puso a trabajar en un nuevo dibujo. Estaba decidido a hacer algo especial. Sin embargo, se dio cuenta de que estaba más preocupado por qué pensarían los demás que por disfrutar el dibujo.

El día de la competencia llegó y la plaza estaba llena de niños y adultos. Esteban miraba los dibujos alrededor y, al ver trabajos maravillosos, sus inseguridades comenzaron a florecer de nuevo.

"No podré, no soy tan bueno como ellos..." - dijo, a punto de rendirse.

Pero en ese momento, su hermana Sofía le tomó la mano suavemente y le susurró:

"Recuerda lo que hiciste con el mural: lo que importa es que te diviertas y des lo mejor de vos. No dejes que el miedo te detenga. ¡Ve y muestra tu arte!"

Con una respiración profunda, Esteban se acercó a su pintura y la mostró al jurado. Un cuadro que representaba un bosque lleno de criaturas fantásticas y árboles coloridos. Algunos jurados comenzaron a sonreír y otros a murmurar con aprobación.

Al final de la jornada, todos los niños fueron a la tarima a recibir sus diplomas. Cuando se anunció el ganador de la competencia, no fue Esteban quien se llevó el primer premio. Pero su corazón se hinchó de alegría cuando recibió un reconocimiento por "la imaginación más colorida".

"¡Lo hiciste, Esteban! Eres increíble!" - gritó Sofía, dándole un fuerte abrazo.

"Gracias, Sofía. Nunca pensé que podría sentirme tan feliz por un dibujo. No importa el premio, lo más lindo fue hacerlo y compartirlo con ustedes." - respondió Esteban con una sonrisa brillante.

Desde ese día, Esteban aprendió a valorarse un poco más. Su autoestima no creció de la noche a la mañana, pero cada día se animaba a hacer algo nuevo. Y aunque tuvo días de dudas, siempre lucía en su mente aquella maravillosa aventura que había vivido junto a su familia y que había comenzado con solo un dibujo.

Y así, con codo a codo, Esteban siguió creando y dejando que su auténtico yo brille, mostrando al mundo que todos son únicos y especiales a su manera.

FIN.

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