Flores de Marte



Era un día común y corriente en mi barrio. El sol brillaba en lo alto del cielo, y yo estaba sentado en mi jardín, observando las coloridas flores que crecían alrededor, cuando de repente, escuché un ruido extraño. Me volví hacia el sonido y vi a un ser que nunca había visto en mi vida: ¡era un extraterrestre! Tenía piel verde y ojos grandes que brillaban como estrellas.

- Hola, humano - dijo con una voz suave y melodiosa. - Soy Zorbel, venido de Marte.

- Marte... - murmuré incrédulo. - ¿Y qué haces aquí?

- He venido a contarte algo increíble. En Marte también hay flores.

- ¿Flores? - pregunté, atónito. - Pero... Marte es un planeta desértico y frío, ¿no?

- Sí, en la superficie, pero bajo la tierra hay un mundo secreto lleno de vida y color.

Mientras Zorbel hablaba, me llevó volando a su nave espacial, que era como un todo de cristal y metal reluciente. Me mostró un mapa que brillaba en la oscuridad.

- Estas son las flores de Marte - me explicó, apuntando con su dedo. Mis ojos se abrieron de par en par al ver imágenes de flores de colores vibrantes. - Tienen la capacidad de adaptarse, de florecer en las condiciones más difíciles.

- ¡Qué mágico! - exclamé. - ¿Y cómo lo logran?

- Aprendiendo a conservar el agua y a utilizar la luz solar de una manera especial.

De repente, la nave comenzó a sacudirse, y un aviso sonó en la consola.

- ¡Debo regresar! - dijo Zorbel. - Pero antes, quiero dejarte un regalo.

- ¿Yo? - pregunté, sorprendido.

- Sí, esta semilla. Cuando vuelvas a plantar una flor, recuerda que creciendo en el lugar más inesperado, se puede encontrar belleza.

Cuando la nave despegó, volví a casa con la semilla en el bolsillo. Nunca pensé que un extraterrestre me enseñaría sobre las maravillas del universo, y decidí plantar la semilla en mi jardín.

Días pasaron, y mientras me sentaba a esperar que la flor creciera, me di cuenta de que la vida es como esa semilla. A veces, puede parecer difícil, pero con amor, dedicación y un poco de esperanza, puede florecer incluso en los lugares más inesperados.

Para mi sorpresa, al cabo de un tiempo, de la tierra comenzó a asomar una pequeña planta. Cada día la regaba, hablándole como lo hacía con mis flores.

- ¡Vamos, pequeña! - la animaba. - ¡Sé como las flores de Marte!

Finalmente, un día desperté y me encontré con una hermosa flor de colores vibrantes.

- ¡Lo lograste! - grité, saltando de felicidad.

El día que la flor floreció, entendí el mensaje que Zorbel había traído a mi vida. Aprendí que la perseverancia y la dedicación son importantes, y que siempre podemos encontrar inspiración en cualquier lugar, incluso desde Marte. A partir de ese día, cada vez que veían aquella hermosa flor, recordaba que las cosas buenas pueden surgir incluso en los momentos más inverosímiles y que cada uno de nosotros tiene la capacidad de florecer y brillar.

Y así, inspirado por una visita de otro mundo, decidí hacer espacio en mi jardín para más colores, y también para más sueños. Ahora, cada vez que miro hacia el cielo, sonriendo al recordar a Zorbel, sé que en el universo hay muchas maravillas por descubrir, incluso en Marte.

Así, con cada flor que crecía en mi jardín, también crecían mis esperanzas y sueños.

FIN.

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