Guardianes de la naturaleza


Había una vez un niño llamado Martín, que vivía en el campo junto a sus padres. Martín era un chico curioso y aventurero, siempre buscando nuevas cosas que descubrir en la naturaleza.

Un día, mientras paseaba por los alrededores de su casa, Martín encontró un huevo muy peculiar. Era de color verde brillante y tenía manchas doradas. Sin pensarlo dos veces, lo llevó a su casa para mostrárselo a sus padres.

"¡Mamá, papá! ¡Miren lo que encontré!", exclamó emocionado Martín. Sus padres se acercaron y observaron el misterioso huevo con asombro. Decidieron colocarlo en una caja con paja y esperar a ver qué ocurriría.

Días después, cuando Martín despertó por la mañana, vio algo increíble: el huevo había eclosionado y dentro había un pequeño dragón. El dragón era del tamaño de una palma de mano, tenía escamas verdes relucientes y ojos brillantes como esmeraldas.

Martín decidió llamarlo Draco y juntos comenzaron a explorar el campo todos los días. Draco volaba sobre la cabeza de Martín mientras él caminaba entre los árboles y corría por los prados. Un día, durante una de sus aventuras diarias, Draco comenzó a comportarse extraño.

Empezó a revolotear inquieto alrededor de unos arbustos cercanos. Martín se acercó sigilosamente para ver qué estaba pasando. "¿Qué pasa Draco? ¿Encontraste algo interesante?", preguntó curioso.

Justo cuando Martín se acercó, vio un pequeño conejito atrapado en una red de caza. El conejito estaba asustado y no podía soltarse. Martín rápidamente buscó algo con lo que pudiera cortar la red y liberar al conejito.

Al encontrar unas tijeras en su mochila, las utilizó para cortar la red cuidadosamente sin lastimar al conejito. Una vez libre, el conejito saltó hacia los brazos de Martín y Draco revoloteó alegremente sobre sus cabezas. Juntos, llevaron al conejito hasta un lugar seguro donde pudiera estar a salvo.

A partir de ese día, Martín decidió dedicarse a proteger a todos los animales del campo. Junto a Draco, recorrieron el campo en busca de trampas o peligros para ayudar a los animales necesitados.

Martín comenzó a construir refugios para aves y abejas, plantaba flores para que las mariposas tuvieran néctar y siempre estaba atento a cualquier animal herido o perdido que necesitara ayuda.

Su amor por la naturaleza inspiraba a otros niños del pueblo y pronto formaron un grupo llamado "Los Guardianes del Campo". Juntos trabajaban para proteger el medio ambiente y cuidar de todos los seres vivos que habitaban allí.

Con el tiempo, el campo se convirtió en un lugar lleno de vida y armonía gracias al esfuerzo conjunto de Martín, Draco y "Los Guardianes del Campo". Y así fue como Martín descubrió su pasión por la naturaleza desde una temprana edad, aprendiendo el valor de cuidar y proteger a todos los seres vivos del campo.

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