Isapp y la bicicleta de la amistad



Había una vez en un tranquilo pueblo llamado Alegría, un niño llamado Isapp. Isapp era conocido por ser el más obediente y educado de todos los niños del colegio San Martín.

Siempre estaba dispuesto a ayudar a sus compañeros y nunca se metía en problemas. Un día, la directora del colegio decidió premiar la excelente conducta de Isapp con una sorpresa muy especial.

En medio de un acto escolar, la directora anunció: "¡Quiero felicitar a Isapp por su comportamiento ejemplar! Como premio, le regalaremos una bicicleta nueva". Isapp no podía creerlo.

¡Siempre había querido tener una bicicleta para pasear por el pueblo y explorar nuevos lugares! Estaba tan emocionado que no paraba de sonreír mientras recibía su premio. Desde ese día, Isapp cuidaba su bicicleta con mucho cariño. La limpiaba todas las semanas, revisaba que estuviera en buen estado y la guardaba en un lugar seguro todas las noches.

Sus padres estaban muy orgullosos de él y lo felicitaban por su responsabilidad. Un sábado por la mañana, Isapp decidió ir a visitar a su abuelita que vivía al otro lado del pueblo.

Se subió a su bicicleta y pedaleó contento por las calles empedradas de Alegría. El viento fresco le acariciaba el rostro mientras disfrutaba del paisaje lleno de árboles frondosos y casas coloridas.

De repente, al doblar una esquina, vio a un grupo de niños molestos tirando basura en la calle y rayando las paredes con graffitis. Isapp se detuvo en seco y les dijo con firmeza: "¡Hey! Eso está mal. No deberían ensuciar nuestro hermoso pueblo". Los niños se quedaron sorprendidos al ver a Isapp tan decidido.

"¿Y quién te crees tú para decirnos qué hacer?", preguntó uno de los chicos desafiante. "Soy Isapp, el niño responsable que cuida su bicicleta y respeta a los demás", respondió él con seguridad.

Los niños reflexionaron unos segundos y luego decidieron reagarrar la basura y borrar los graffitis. Isapp les explicó lo importante que era mantener limpio el lugar donde vivían para poder disfrutarlo todos juntos.

A partir de ese día, los niños traviesos se convirtieron en amigos de Isapp y juntos organizaron actividades para embellecer el pueblo como plantar flores en las plazas o pintar murales artísticos en las paredes. Isapp demostró que con bondad, respeto y responsabilidad se pueden lograr grandes cambios en la comunidad.

Y así, pedaleando en su amada bicicleta, enseñó a todos que cada gesto cuenta para hacer del mundo un lugar mejor donde vivir. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda ¡sé como Isappp siempre!

FIN.

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