Juanito y María contra el Grinch



Había una vez, en un pequeño pueblo de la sierra, dos niños llamados Juanito y María. Ellos vivían en una humilde casa junto a su abuela, Doña Rosa.

Aunque eran muy felices juntos, siempre había algo que les entristecía: nunca recibían regalos en Navidad. A medida que se acercaba diciembre, los demás niños del pueblo comenzaban a hablar emocionados sobre los regalos que esperaban recibir. Pero para Juanito y María, eso parecía estar fuera de su alcance.

Cada año veían cómo Santa Claus visitaba las casas de todos menos la suya. Un día, mientras caminaban por el bosque cercano al pueblo, encontraron una extraña puerta escondida entre los árboles.

Llena de curiosidad, decidieron abrirla y se encontraron con un mundo mágico lleno de seres encantadores. Fue allí donde conocieron al duende Tomás y a la hada Margarita. Ambos notaron la tristeza en los ojos de los niños e inmediatamente quisieron ayudarlos.

Les contaron que Santa Claus estaba teniendo dificultades para encontrar el camino hacia el pueblo debido a un hechizo malvado lanzado por el Grinch.

Juanito y María se ofrecieron voluntarios para ayudar a romper el hechizo y hacer posible que Santa Claus llegara a su hogar esa Navidad. El duende Tomás les entregó dos varitas mágicas especiales que les permitirían enfrentarse al Grinch y salvar la Navidad.

Con valentía y determinación, los niños emprendieron un viaje lleno de aventuras por diferentes lugares mágicos. Se encontraron con elfos juguetones, renos voladores y hasta con un muñeco de nieve que les enseñó a patinar sobre hielo. Finalmente, llegaron al escondite del Grinch, una cueva oscura y helada.

Allí se enfrentaron a él usando sus varitas mágicas. Aunque el Grinch intentó detenerlos, Juanito y María no perdieron la esperanza y recordaron las palabras de Doña Rosa: "La magia de la Navidad está en nuestros corazones".

Con esa fuerza interior, lograron romper el hechizo del Grinch y liberar a Santa Claus. El viejito regordete estaba muy agradecido por su valentía y decidió llenar la casa de Juanito y María con montañas de regalos.

Cuando los niños llegaron a casa junto a Santa Claus, Doña Rosa se emocionó hasta las lágrimas al ver todo lo que habían recibido. Pero lo más importante fue que Juanito y María recuperaron la fe en la magia de la Navidad.

A partir de ese día, nunca más dejaron de creer en los sueños ni en la generosidad del espíritu navideño. Comprendieron que los regalos materiales eran solo un detalle insignificante comparado con el amor y la felicidad compartida en compañía de sus seres queridos.

Desde entonces, todos los años celebraban una Navidad llena de alegría junto a Santa Claus, Tomás el duende y Margarita la hada.

Y así, Juanito y María aprendieron que incluso en los momentos más difíciles siempre hay espacio para la magia si uno cree con todo su corazón.

FIN.

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