June y el Unicornio de los Sueños



En un pequeño vecindario de Buenos Aires, vivía June, una niña de 4 años con una imaginación desbordante y un amor especial por los cuentos de unicornios. Cada noche, antes de dormir, su mamá le leía historias mágicas llenas de criaturas maravillosas y aventuras increíbles. Pero su favorito era el cuento del Unicornio de los Sueños, que traía felicidad a todos los niños del mundo.

Una noche, mientras observaba las estrellas desde su ventana, June se dio cuenta de algo maravilloso. "-¿Y si el Unicornio de los Sueños está buscando a alguien que lo ayude?" pensó. Decidida a ayudar, se puso su pijama de unicornios y se metió en la cama. Cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas conocer al unicornio.

Al instante, un suave brillo llenó su habitación y, de repente, un unicornio hermoso, con un pelaje brillante y un cuerno dorado, apareció frente a ella.

"-¡Hola, June! Soy Lúmine, el Unicornio de los Sueños!" dijo la criatura mágica con una voz suave y melodiosa.

"-¡Hola! ¡No puedo creer que estés aquí!" respondió June, saltando de felicidad. "-¿Qué necesitas de mí?"

"-Estoy en una misión. Los sueños buenos se están desvaneciendo porque la gente ha olvidado cómo soñar. Necesito tu ayuda para recordarles lo importantes que son y devolverles la felicidad."

"-¡Sí! ¡Lo haré! ¿Por dónde empezamos?" exclamó June emocionada.

Lúmine sonrió y agitó su cuerno. En un instante, ambas estaban flotando sobre la ciudad, viendo a las personas que caminaban con rostros serios. June se sintió un poco triste. "-¿Por qué no sonreír y soñar?" preguntó.

Lúmine, con su sabiduría, respondió: "-A veces, la rutina nos aleja de nuestros sueños y olvidamos la magia de la vida. Pero podemos ayudar a la gente a recordar."

Así que comenzaron su aventura. En un parque, se encontraron con un grupo de niños jugando, pero se notaba que estaban un poco aburridos. June se acercó y dijo:

"-¡Hola! ¿Quieren jugar a un juego de sueños? Cada uno puede contar lo que más le gustaría hacer si pudiera soñar sin límites."

Los niños se miraron entre sí, intrigados. Uno de ellos dijo:

"-Yo quiero ser astronauta y viajar al espacio!"

June sonrió y agregó: "-¡Y yo quiero bailar con las estrellas!". Poco a poco, cada niño empezó a compartir sus sueños y risas llenaron el aire. Lúmine brilló intensamente, y se notaba que el lugar recuperaba su alegría.

Después de un rato, Lúmine les dijo: "-¡Eso es! Cada uno de ustedes tiene un sueño increíble. Nunca dejen de soñar, porque los sueños son el motor de la felicidad."

Con el sol comenzando a ponerse, June y Lúmine volvieron a volar. Pasaron por el mercado local, donde la gente parecía estresada mientras compraba. June tuvo otra idea.

"-¿Y si hacemos que sueñen?" sugirió. Lúmine asintió, y juntos bajaron al mercado.

June se acercó a una anciana que estaba comprando frutas.

"-¡Hola! -dijo June-. Si pudieras tener un deseo, ¿cuál sería?"

La señora sonrió y respondió:

"-Siempre he querido viajar a París para ver la Torre Eiffel."

"-¡Eso es un sueño hermoso! -exclamó June-. ¡Imaginemos que estamos en París! ¡Vamos a hacer una torre gigante de frutas en el parque para celebrar!"

La señora, contagiada por la emoción de June, se unió a la propuesta y pronto otros comenzaron a participar. Juntos, construyeron una original torre de frutas, riendo y compartiendo historias de sus sueños.

Cada vez que June y Lúmine ayudaban a alguien a recordar un sueño, la ciudad se llenaba de más color y risas. Sin embargo, cuando ya estaban por irse, notaron a un hombre mayor que se veía triste en un banco del parque.

"-¿Por qué estás triste, abuelo?" le preguntó June.

"-Mis hijos están lejos y ya no tengo sueños", respondió el hombre con un susurro.

June se acercó y le dijo:

"-Pero siempre hay tiempo para soñar. ¿Cuál es tu sueño, abuelo?"

El hombre pensó por un momento y sonrió débilmente. "-Me gustaría volver a pescar en el lago como solía hacer."

Lúmine iluminó el lugar. "-¡Entonces no esperes más! ¡Vamos todos juntos a hacer un día de pesca!"

La tristeza del abuelo se transformó en una chispa de alegría y, motivado por la pequeña y su amiga mágica, se organizó un día de pesca en el lago. No solo el abuelo, sino también todos los niños y niños del vecindario se unieron al evento.

La aventura terminó con una gran fiesta de pesca, donde todos compartieron historias, risas y sueños. Y así, poco a poco, June y Lúmine recordaron a todos el poder de los sueños.

Finalmente, Lúmine tomó la mano de June y le dijo:

"-Lo hiciste increíble, pequeña soñadora. Has ayudado a muchas personas, y ahora sus corazones están llenos de sueños nuevamente."

"-¿Estás listo para volver a casa?" preguntó June.

"-No olvides nunca que los sueños te acompañarán siempre. Tú eres una luz brillante en este mundo, June."

Y así, Lúmine llevó a June de regreso a su habitación, donde despertó con una sonrisa. Sabía que aunque el unicornio había partido, los sueños siempre permanecerían en su corazón. Y entonces, cada noche, cuando contaba las estrellas, sentía que Lúmine la miraba con orgullo.

Y así, con nuevas aventuras y sueños, June aprendió a compartir la magia de la vida con todos y a nunca dejar de soñar. Porque en el fondo, cada sueño tiene el poder de hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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