La abeja feliz



Había una vez un hermoso jardín lleno de flores coloridas. En ese jardín vivían muchas abejas trabajadoras que se encargaban de polinizar las flores para que crecieran más y más bonitas.

Pero había una abeja llamada Berta que siempre estaba triste. Un día, mientras volaba por el jardín, Berta vio a una mariposa revoloteando entre las flores. La mariposa era muy colorida y tenía unas alas brillantes.

Berta se acercó a ella y le preguntó:- ¡Hola! ¿Por qué siempre estás tan feliz? La mariposa sonrió y respondió:- Porque disfruto cada momento en este hermoso jardín. Me gusta volar entre las flores y ver cómo crecen gracias al trabajo de ustedes, las abejas.

Berta se quedó pensativa y le dijo a la mariposa:- Pero yo no estoy contenta con mi trabajo. Siempre me siento cansada y aburrida.

La mariposa posó suavemente sobre una flor y le dijo a Berta:- Quizás es porque solo te enfocas en el trabajo, pero no disfrutas del proceso ni aprecias lo que haces. Además, cada uno tiene su propia labor en este mundo. Berta reflexionó sobre las palabras de la mariposa y decidió intentar cambiar su actitud.

Desde ese día, mientras polinizaba las flores, comenzó a observar detenidamente sus colores y oler sus fragancias dulces. Poco a poco, Berta empezó a notar cómo su tristeza desaparecía mientras admiraba la belleza del jardín.

Además, se dio cuenta de lo importante que era su trabajo para el crecimiento de las flores y la supervivencia de otros insectos. Un día, mientras Berta estaba ocupada polinizando una flor, llegó un grupo de abejitas nuevas al jardín.

Eran muy pequeñas y estaban asustadas. - ¡Hola! ¿Podemos ayudarte en algo? -les preguntó Berta amablemente. Las abejitas miraron a Berta con admiración y le respondieron:- No sabemos qué hacer ni dónde ir. Somos nuevas aquí.

Berta sonrió y les explicó cómo realizar su trabajo y disfrutar del proceso. Les enseñó a apreciar la belleza del jardín y a encontrar alegría en cada tarea.

Con el tiempo, las abejitas se volvieron expertas en su labor y también aprendieron a ser felices mientras trabajaban. El jardín se llenaba cada vez más de flores hermosas gracias al esfuerzo conjunto de todas las abejas. Desde entonces, Berta nunca más volvió a sentirse triste.

Apreciaba cada momento en el jardín y valoraba su propia importancia en él. Y así, junto a sus amigas abejas y la mariposa colorida, vivió feliz para siempre en aquel maravilloso jardín lleno de vida. Y colorín colorado, este cuento sobre abejas y una mariposa ha terminado.

FIN.

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