La Alegre Celebración de Diego y las Almas Perdidas



Había una vez, en el mágico y colorido mundo de México, dos seres muy especiales: La Catrina y Xibalba. La Catrina era una hermosa calavera vestida elegantemente con un sombrero de flores y un vestido largo.

Xibalba, por otro lado, era un travieso diablillo que siempre llevaba consigo su tridente. A pesar de sus diferencias, La Catrina y Xibalba eran grandes amigos.

Juntos recorrían los pueblos mexicanos durante el Día de los Muertos para ayudar a las almas perdidas a encontrar la paz. Un día, mientras caminaban por las coloridas calles de Oaxaca, vieron a un niño llamado Diego llorando desconsoladamente frente a una tumba.

Se acercaron lentamente hacia él y La Catrina le preguntó con dulzura:"¿Qué te pasa, pequeño?"Diego levantó la cabeza entre sollozos y les explicó que extrañaba mucho a su abuelita que había fallecido hacía poco tiempo. Además, tenía miedo porque no entendía qué pasaba después de la muerte.

La Catrina se agachó frente a Diego y le tomó las manos cariñosamente:"Querido Diego, no debes tener miedo. Después de la muerte hay algo maravilloso esperándonos.

"Xibalba intervino juguetonamente:"¡Así es! Yo también pensaba que después de morir solo existían tinieblas eternas ¡pero estaba equivocado!"Los ojos curiosos del niño se iluminaron ante estas palabras intrigantes. "¿De verdad? ¿Qué hay después de la muerte?"La Catrina sonrió y comenzó a contarle una historia mágica:"Imagínate un lugar lleno de colores, música y alegría.

Un lugar donde las almas se reencuentran con sus seres queridos y celebran la vida eterna. "Diego se quedó fascinado con la historia, pero todavía tenía dudas. "Pero...

¿Cómo puedo saber si mi abuelita está bien? ¿Cómo puedo estar seguro de que no está triste?"Xibalba tomó su tridente y señaló hacia el cielo estrellado:"Mira esas estrellas, Diego.

Cada una de ellas representa el amor y la energía de nuestros seres queridos que ya no están aquí físicamente. Ellos siempre nos cuidarán desde arriba, iluminando nuestro camino. "Los ojos del niño se llenaron de lágrimas nuevamente, pero esta vez eran lágrimas de esperanza. "Gracias por contarme todo esto. Me siento mejor ahora.

"La Catrina acarició su mejilla con ternura:"Recuerda, Diego: aunque nuestras vidas sean efímeras, el amor perdura para siempre en nuestros corazones. "Desde aquel día, Diego dejó atrás su tristeza y encontró consuelo en las palabras reconfortantes de La Catrina y Xibalba.

Aprendió a recordar a su abuelita con cariño y a celebrar cada día como si fuera una fiesta. Y así, La Catrina y Xibalba continuaron viajando juntos por México, llevando esperanza y alegría a todos los corazones necesitados.

Porque aunque fueran personajes mágicos e irreales, sus enseñanzas y su amistad eran reales y eternas.

FIN.

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