La Amistad sin Prejuicios


Había una vez un pequeño zombie vampiro llamado Mario. Él era diferente a los demás niños porque no tenía padres ni amigos.

Vivía solo en un oscuro castillo en lo alto de una colina, donde se alimentaba de murciélagos y ratas. Un día, mientras caminaba por el bosque, Mario encontró a una niña que estaba perdida. La pequeña se llamaba Lola y había salido a buscar flores para su mamá cuando se perdió en el bosque.

- ¿Estás bien? -preguntó Mario con su voz ronca y sus ojos rojos brillantes. - Sí, gracias -respondió Lola con miedo-. ¿Eres un monstruo? Mario sonrió tristemente. Nadie nunca quería jugar con él por ser diferente.

- Soy un zombie vampiro -dijo-. Pero no soy malo, sólo soy diferente. Lola decidió quedarse con Mario para ayudarlo a cuidar del castillo y hacerle compañía.

Juntos limpiaron las telarañas y arreglaron el jardín del castillo para que luzca más hermoso. Pero la vida no siempre es fácil para los diferentes como ellos dos. Una noche, mientras dormían plácidamente, unos cazadores entraron al castillo para acabar con Mario por ser un —"monstruo" .

Lola despertó asustada al escuchar los ruidos de las armas de fuego, pero rápidamente ideó un plan: hizo que los cazadores creyeran que ella también era una criatura peligrosa como Mario y logró ahuyentarlos.

Desde ese momento en adelante, Lola aprendió algo muy importante: la verdadera amistad no tiene límites ni prejuicios. Y Mario también aprendió que no estaba solo en el mundo, que siempre habría alguien dispuesto a aceptarlo y quererlo tal como era.

Así, juntos siguieron viviendo aventuras, explorando nuevos lugares y haciendo nuevos amigos. Porque al final del día, lo importante es ser uno mismo y encontrar la felicidad en los pequeños detalles de la vida.

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