La astucia de los cabritos


Érase una vez, en una hermosa granja de la provincia de Buenos Aires, vivía una mamá cabrito con sus siete traviesos hijos. Los pequeños cabritos eran muy inquietos y siempre estaban buscando aventuras.

Un día, mientras la mamá cabrito estaba ocupada cocinando un delicioso asado argentino para la cena, escuchó un ruido extraño afuera de su casa. Al acercarse a la puerta, vio a un lobo feroz acechando cerca de su jardín.

Asustada pero valiente, la mamá cabrito llamó a sus hijos y les advirtió sobre el peligroso visitante. "¡Hijitos míos! ¡Rápido! El lobo está aquí y debemos escondernos hasta que se vaya".

Los siete cabritos obedecieron rápidamente a su madre y corrieron hacia el granero para protegerse. Pero el más pequeño de los cabritos era tan curioso que decidió quedarse afuera para ver qué hacía el lobo. El lobo se acercó al pequeño e intentó engañarlo diciendo: "-Cabritito, no tengas miedo.

Solo quiero jugar contigo". Pero el astuto lobo solo quería comerse al inocente cabrito. El pequeño cabrito desconfiado respondió: "-No te creo nada. Mi mamá me dijo que tenga cuidado contigo".

Y rápidamente corrió hacia el granero donde se encontraban sus hermanos. Mientras tanto, el lobo frustrado ideaba un plan para engañar a los demás cabritos y poder comérselos uno por uno. Se puso una bufanda y tocó la puerta del granero.

"-Soy mamá cabrito, abran rápidamente", dijo tratando de imitar la voz de su madre. El cabrito más grande fue a verificar quién estaba afuera y se dio cuenta de inmediato del engaño. "-Eres el lobo disfrazado, no nos engañarás", gritó valientemente.

Los demás cabritos se pusieron en alerta y juntos idearon un plan para salvarse. Decidieron construir un puente improvisado utilizando ramas y hojas para poder escapar por la ventana trasera sin que el lobo los atrapara.

Una vez que terminaron de construir el puente, los siete cabritos cruzaron rápidamente hacia el otro lado mientras el lobo intentaba derribarlo. Pero la astucia y trabajo en equipo de los hermanos logró frustrar al lobo una vez más.

Finalmente, todos los cabritos estaban a salvo del peligroso lobo feroz. La mamá cabrito los abrazó con alegría y les enseñó una lección importante: nunca confiar en extraños y siempre estar unidos como familia para superar cualquier obstáculo.

Desde aquel día, los siete cabritos aprendieron a ser cautelosos pero también a valorar la importancia del amor familiar. Y así, vivieron felices y protegidos en su hogar argentino mientras compartían sus travesuras y aventuras juntos. Y colorín colorado, este cuento argentino ha terminado.

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