La Aventura de la Paleta Perdida



Era un caluroso día de verano y el aire está lleno de risas y música. Natalia y Miguel llegaron al festival, emocionados por todos los colores y olores que les rodeaban.

"¡Mirá todas esas luces, Miguel!", exclamó Natalia, mirando hacia las atracciones que giraban frenéticamente con niños riendo a su alrededor.

"Sí, y no puedo esperar a probar mi paleta de dulce de leche con galleta!", respondió Miguel, con los ojos brillando por la expectativa.

En sus manos, Natalia sostenía una deliciosa paleta de arándano con yogur. El sabor a frutas frescas la hacía sentir que estaba mordiendo el verano mismo. Caminaban entre los coloridos puestos de comida, disfrutando cada bocado mientras exploraban el festival.

De repente, mientras Miguel se distraía mirando un espectáculo de malabares, un pequeño niño que corría desenfrenadamente lo chocó accidentalmente, haciendo que su paleta volara por el aire.

"¡Nooooo!", gritó Miguel, viendo cómo su paleta caía al suelo y se despedazaba en mil trocitos.

Natalia se agachó rápidamente, tratando de recoger los pedazos.

"No te preocupes, con un poco de suerte podemos encontrar otra. ¡Vamos!".

Así, decidieron buscar un nuevo puesto de helados. Mientras paseaban, se encontraron con una atracción de juego que parecía muy divertida.

"¿Jugamos un rato?", sugirió Natalia.

"Sí, pero primero voy a comprar otra paleta", respondió Miguel. Así que fue a buscar otra paleta, esta vez de frutilla.

Mientras tanto, Natalia se montó en una gran rueda de la fortuna. Desde arriba, podía ver todo el festival iluminado como un arcoíris en la noche. A lo lejos, observó cómo Miguel se reía entusiasta mientras le daba un mordisco a su nueva paleta.

Al bajar de la rueda, Natalia se sintió llena de alegría. Pero al volver a buscar a Miguel, notó que no estaba en la misma posición.

"¡Miguel!", llamó en voz alta, pero no obtuvo respuesta. Natalia, preocupada, comenzó a buscar a su amigo entre la multitud.

Tras un rato de búsqueda, encontró a Miguel, pero no solo a él. Estaba rodeado de un grupo de niños que jugaban y reían.

"Mirá lo que hice, Natalia!", dijo Miguel, mostrando una figura que había construido con algunos materiales que encontró.

"¡Es un cohete!", exclamó Natalia sorprendida.

"Sí! Y todos quieren montarlo, pero necesitamos ayuda para que se levante", explicó Miguel.

Así, juntos decidieron organizar a todos los niños para crear un cohete de papel que pudiera volar.

"¡Yo traigo el papel!", exclamó Natalia, mientras corría hacia el puesto de manualidades.

FIN.

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